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España España · santiago de compostela
Voto de berenice:
7
Cine negro. Thriller Después de cumplir cinco años de condena, Tony Le Stephanois sale de prisión con la intención de cambiar de vida, pero se encuentra con que su amante está con un conocido gángster. Como carece de recursos económicos, no le queda más remedio que volver a su vida pasada y reunirse con sus viejos compinches. Durante semanas prepara minuciosamente con ellos un golpe perfecto: el atraco a una inaccesible joyería de París. (FILMAFFINITY)
6 de septiembre de 2013
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todas las películas buenas de atracos, esta más, me recuerdan cuando en los telediarios se habla de "comisiones de expertos" referidas a asuntos muy complejos. Por ejemplo, las "comisiones de expertos" que estos días preparan el ataque a Siria. Los mejores profesionales diseñan, asépticamente, las fases de la operación; calculan los tiempos; analizan los resultados. Cuando se pongan en marcha, cada paso estará previsto de antemano. No vamos a entrar en la legitimidad de sus acciones, ni si son necesarias o no: sólo aventuraremos que el resultado final será catastrófico a la corta y, sobre todo, a la larga, porque en un juego donde entran tal cantidad de infinitas variables no hay plan posible. Un atraco en los años cincuenta puede ser más sencillo, sí, pero el error es la variable universal e intemporal.
En "Rififi" no importa que ya sepamos lo que va a pasar, ni que el detonante, (ese diamante atrapado in extremis), sea un poco burdo. Lo hermoso es comprobar, una vez más, que lo único que nos puede seguir interesando en estos casos es el error, y que el error no desaparecerá nunca. Aquí parecía que sí: la presentación de los profesionales, sus impecables avanzadas, su media hora perfecta de ballet silencioso, de determinaciones robóticas, de precisión estéticamente atrayente. Adoramos al profesional, es alguien en quien se puede confiar, aunque sea un ladrón. Queremos que lo consigan, aunque sea increible que no hablen ni una palabra. Después del robo, después del silencio, tiene todo el sentido cinematográfico del mundo el que haya música fuerte, sudores, idas y venidas alocadas, giros de guión al borde del abismo y ese final apabullante, donde el robot Servais se cortocircuita por fin.
Todo final grandioso necesita ir fraguándose durante algún tiempo. Dirán que el final es innecesario con otro guión más creible, que es en exceso melodramático... ¡bah! Es una de las grandes ocasiones que hay en la historia del cine de ver algo desaforado y salido de madre porque la lógica dramática lo ha conducido precisamente ahí. Desde los primeros silencios de Jean Servais, todo conduce a ese final de verdadera antología, donde, como remarca Sinhué, el fracaso y la amargura se codean con la ilusión y la inocencia, en un viaje fantástico, irreal, hacia ¿dónde?.
Los silencios de "Rififí", aunque resultado de una voluntad de estilo, son memorables. Los silencios de todos, pero especialmente del trágico Servais. Dassin nunca subraya nada, ni en la narración ni en la visualización, (no necesita, por ejemplo, dar una vuelta de 360 grados con la cámara alrededor del intérprete, como ahora). Nos enteramos de que el protagonista sale de la cárcel por un cuchicheo entre vecinos, no por una torpe y forzada explicación. Y así, casi siempre a base de silencios, o incluso de canciones, tenemos construidos unos personajes redondos y bastante más complejos que los de "La jungla de asfalto", donde todo era forzada fatalidad.
No todo es perfecto en "Rififí", por supuesto. Algunos usuarios han destacado puntos débiles. Yo añadiría alguno "menor", pero que en algunos momentos se notan: no hubiera estado mal pagarle más a la script girl, si es que la hubo, para no ponerse dos veces el mismo sombrero entre plano y plano, entre otros fallos. O hubiera pedido más realismo en las escenas de violencia, (aunque, claro, acostumbrados a las de hoy en día, ya no estoy seguro de si pegarle en realidad a un policía se parece más a lo que vemos en esta cinta). Es lo de menos.
En fin, todo un clásico, con un estilazo narrativo y visual formidable a cargo del maestro Dassin, (que, al menos, tiene otro peliculón: "Fuerza bruta", de 1947).
berenice
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