-Escoja unos 400 kilos de carne humana con que moldear a los protagonistas, a poder ser, de diferentes colores. Sazone al gusto pero no demasiado: que queden bien sosos.

-Invente una excusa con que interrelacionarlos. Si es un drama, el entierro de la abuela. Si es una comedia, un viaje desfasado. Si es una cinta de terror, en efecto, una invasión zombie.

-Dé los datos justos para justificar dicha invasión. O mejor, no dé ninguno. Hoy día eso se considera crear atmósfera.

-Apáñeselas para que sus pedazos de carne -ya con nombre propio- tengan a mano las herramientas adecuadas, en este caso, con unas cuantas metralletas y un buen puñado de granadas van listos, la verdad. (*)

-Conviene a su vez que a la hora del reparto de cerebros sea usted prudente: no nos conviene que piensen demasiado, pues podrían poner en entredicho el buen hacer del propio director y su guionista, que por cierto, tampoco asistieron al reparto. (**)

-Contrate unos cuantos extras para hacer de no-muertos sanguinarios, eso sí, sin demasiada entrega. No se recomienda que inspiren más peligro del requerido. (***)

-Compre unas cuantas cámaras de esas "guapas guapas" con que hacer virguerías. Que no le importe ni la fotografía ni la cadencia secuencial. Eso son polladas.

-A la hora de mostrar, deje a la sangre hacer su trabajo. Que salpique, que salpique. Así hará olvidar que en realidad no muestra nada y que usted es un puritano.

-Si ha seguido los pasos, teniendo muy en cuenta el no resultar en ningún momento original y marear hasta la náusea al personal, llame a su película THE HORDE.

-Servir al gusto acompañado de una "reflexión" crítica o social camuflada que sólo unos pocos serán capaces de ver.

-Y que griten. Sobre todo que griten y se amenacen y traicionen entre ellos, cuantas más veces mejor. ¡Pero que griten!

pd1. El final es una mierda.
pd2. Me empieza a cansar la temática zombie.