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Voto de Rudyger:
5
7,7
2.440
Serie de TV. Thriller. Intriga. Drama
Serie de TV (2007-2012). 3 temporadas. 40 episodios. Nanna Birk Larssen, estudiante danesa de secundaria, aparece brutalmente asesinada. A lo largo de 20 días de investigación policial, dirigido por la detective Sarah Lund (Sofie Gråbøl), se suceden los sospechosos, dentro de una trama de imprevisibles consecuencias políticas y personales. Debido a su éxito, en 2011 la cadena norteamericana AMC creó un remake con el título "The Killing". (FILMAFFINITY) [+]
9 de septiembre de 2014
16 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Serie canónica en el mal sentido, porque parece escrita con un manual de corta y pega.
Por una parte, la distribución de tramas y subtramas es tan medida que parece un concurso de TV. ¿Esto es malo de por sí? No, en House sabemos que nos vamos a encontrar con el "momento de inspiración" casi al final de cada episodio y no por eso la despreciamos. Pero es que esta serie no es un procedimental (CSI, Urgencias, la misma House), sino una historia desarrollada a lo largo de 20 episodios que sí se comporta como procedimental. Además, gran parte de las historias paralelas son inanes, tanto por el poco interés que despiertan, como por su perezoso desarrollo, como por lo claro que está que son ganchos y pistas falsas lanzadas al espectador con el fin de despistar. No aportan nada a la historia ni dejan absolutamente ningún poso, así que los espectadores nos quedamos sin piezas con las que jugar.
El otro problema que deja tocada de muerte a esta serie está muy relacionado con su distribución dramática, y es que funciona como un mecanismo en el que, al final de cada episodio, se produce un giro final que deshace lo establecido en el giro del episodio anterior, de manera que vemos formulado el mismo interrogante cada dos episodios. Si la serie hubiera constado de 10 episodios y no de 20, este problema de reiteración hubiera desaparecido.
Así pues, la serie se lo juega todo a la revelación final y nos deja con la sensación de que hemos esperado casi 20 horas para conocer quién es el culpable sin que hayamos sido partícipes en ningún momento. Con el agravante, por lo menos en mi caso particular (soy el típico listillo repelente que adivina los finales y dice "te lo dije"), que supe desde los primeros episodios quién era el culpable. Lo explico en SPOILER.
Por una parte, la distribución de tramas y subtramas es tan medida que parece un concurso de TV. ¿Esto es malo de por sí? No, en House sabemos que nos vamos a encontrar con el "momento de inspiración" casi al final de cada episodio y no por eso la despreciamos. Pero es que esta serie no es un procedimental (CSI, Urgencias, la misma House), sino una historia desarrollada a lo largo de 20 episodios que sí se comporta como procedimental. Además, gran parte de las historias paralelas son inanes, tanto por el poco interés que despiertan, como por su perezoso desarrollo, como por lo claro que está que son ganchos y pistas falsas lanzadas al espectador con el fin de despistar. No aportan nada a la historia ni dejan absolutamente ningún poso, así que los espectadores nos quedamos sin piezas con las que jugar.
El otro problema que deja tocada de muerte a esta serie está muy relacionado con su distribución dramática, y es que funciona como un mecanismo en el que, al final de cada episodio, se produce un giro final que deshace lo establecido en el giro del episodio anterior, de manera que vemos formulado el mismo interrogante cada dos episodios. Si la serie hubiera constado de 10 episodios y no de 20, este problema de reiteración hubiera desaparecido.
Así pues, la serie se lo juega todo a la revelación final y nos deja con la sensación de que hemos esperado casi 20 horas para conocer quién es el culpable sin que hayamos sido partícipes en ningún momento. Con el agravante, por lo menos en mi caso particular (soy el típico listillo repelente que adivina los finales y dice "te lo dije"), que supe desde los primeros episodios quién era el culpable. Lo explico en SPOILER.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
En la mayoría de thrillers se puede deducir quién es el malo por pura lógica dramática. Por ejemplo, si un policíaco comienza con el compañero del prota a punto de jubilarse o de ser padre, sabemos casi seguro que está condenado a muerte. Esto es un detalle que nos prepara emocionalmente para sufrir más esta pérdida.
Con los villanos hay dos casos que son los más habituales: el malo es el que supuestamente menos sospechas debería levantar (el compañero de toda la vida, el que se ha criado junto al protagonista...), o aquel del que se nos muestra un mínimo tic negativo (un comentario inapropiado, una actitud vanidosa...) que nos predispone negativamente contra él, recursos de guionista que se han usado y se usarán hasta el fin de los tiempos. En The Killing se cumplen estas dos condiciones, ya que el culpable, además de ser cercano a la familia, se comporta al comienzo del episodio de manera airada y racista en contra de un comerciante inocente.
Por si fuera poca pista, una tirita en el cuello del culpable solo al alcance (supuestamente) de los espectadores más avezados confirma todas sus sospechas, por lo que un mensaje subliminal bien colocado deja de serlo y se junta a otros dos mensajes subliminales que indican explícitamente quién es el asesino. De hecho, si no se cumpliera la profecía tan claramente anunciada el espectador se sentiría profundamente estafado (punto para los guionistas por no habernos estafado).
Con los villanos hay dos casos que son los más habituales: el malo es el que supuestamente menos sospechas debería levantar (el compañero de toda la vida, el que se ha criado junto al protagonista...), o aquel del que se nos muestra un mínimo tic negativo (un comentario inapropiado, una actitud vanidosa...) que nos predispone negativamente contra él, recursos de guionista que se han usado y se usarán hasta el fin de los tiempos. En The Killing se cumplen estas dos condiciones, ya que el culpable, además de ser cercano a la familia, se comporta al comienzo del episodio de manera airada y racista en contra de un comerciante inocente.
Por si fuera poca pista, una tirita en el cuello del culpable solo al alcance (supuestamente) de los espectadores más avezados confirma todas sus sospechas, por lo que un mensaje subliminal bien colocado deja de serlo y se junta a otros dos mensajes subliminales que indican explícitamente quién es el asesino. De hecho, si no se cumpliera la profecía tan claramente anunciada el espectador se sentiría profundamente estafado (punto para los guionistas por no habernos estafado).