La religión puede ser oscura, asfixiante, hipócrita y cobarde. Pero también puede ser nuestro único asidero ante una situación tan complicada que de nada sirve la fortaleza física o mental que poseamos. Da igual que lo llamemos Dios, Ala, Buda o cualquier divinidad hindú. Nos aferramos a ese poder superior para suplicar que no nos arrebate a alguien querido, que podamos superar una mala racha, que salgamos vivos de un naufragio tan atípico como poético.

Esa es mi conclusión sobre 'La vida de Pi'. Yo he decidido creer, quizás porque soy débil o, quizás, porque necesito creer en que hay algo mas fuerte que yo misma o que cualquiera que nosotros. Supongo que tengo fe...