Hartos de escuchar como el mundo que conocemos se derrumba, nos disponermos a abstraernos de malas noticias bajo el reconfortante aire acondicionado de una sala de cine. Sin embargo, lo que muestra la pantalla del cine es como la realidad: un puñado de terroristas pretenden, en primer lugar, quitarnos nuestro dinero para, más tarde, arrebatarnos nuestras esperanzas e ilusiones. Más o menos, lo que están consiguiendo políticos y banqueros en este maltrecho país y alrededores.

Aquí no hay Batman que valga, solo estamos nosotros para plantar cara. Y, por ello, recuerdo una frase de la película: "cualquiera puede ser un héroe".

Pues igual Nolan es más bueno de lo que creía. No solo me hace estremecerme en la butaca, vibrar con su historia y aplaudir al final. Sino que, además, me hace pensar.

No está mal para un día cualquiera de verano. Ya tardan en ir a verla.