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España España · SALAMANCA
Voto de SALMANCINE:
8
Drama Berlín, 1942. Bruno (Asa Butterfield) tiene ocho años y desconoce el significado de la Solución Final y del Holocausto. No es consciente de las pavorosas crueldades que su país, en plena guerra mundial, está infligiendo a los pueblos de Europa. Todo lo que sabe es que su padre -recién nombrado comandante de un campo de concentración- ha ascendido en el escalafón, y que ha pasado de vivir en una confortable casa de Berlín a una zona ... [+]
17 de octubre de 2008
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Explicarle a un niño de ocho años qué es un campo de concentración y los fines que se llevan a cabo supone una dificultad paralela a que un adulto entienda las razones que llevan a una guerra, explicar lo inexplicable es estar inmerso en la obligación de mentir necesariamente no sólo a la persona que nos escucha, sino principalmente a nosotros mismos, con la esperanza de que la mentira que sale de nuestros labios también nos invada como obligada realidad.
Pero un niño de ocho años, dentro de su inocencia y bendita ignorancia no deja de tener un instinto y una curiosidad gigantesca ante todo lo que le regalan sus ojos, más si estos "regalos" son "granjeros" con pijamas de rayas a los que, cuando tiene presentes, son regañados, vilipendiados y humillados porque sí.
Un niño no entiende de razas, colores de la piel, ideologías, culturas...(¿Acaso quién coños entiende de eso?) sólo lee libros de aventuras de piratas que buscan sus islas, aunque el primer libro que la realidad le va a imponer leer no tiene páginas, es el libro del horror, del desasosiego, de la desigualdad y de la crueldad, capitaneadas por la persona que colaboró en traerle a esta mierda de mundo, su padre.
La amistad no entiende de diferencias instauradas, impuestas e imaginadas por impresentables, por eso es tan sabia, y no hará una excepción cuando Bruno por primera vez en mucho tiempo sienta que tiene un amigo de verdad, de su misma edad, pero con unos peldaños de inocencia arrancados a la fuerza, aunque con la suficiente fuerza e ilusión de estrecharle la mano a través de una asquerosa alambrada o de seguir prometiéndole amistad eterna pese a muchas cosas... demostrando que, una simple conversación entre ambos es lo único que de verdad importa en medio de un infierno.
Al contrario de lo que le decía sarcásticamente su tutor, frase que encabeza esta crítica, Bruno se convirtió en el mejor explorador del mundo. Con toda certeza siempre hay más exploradores, es muy simple, se les reconoce por la limpieza de sus miradas y la autenticidad de sus almas, es fácil diferenciarlos, suelen estar rodeados de cabrones.
Maravillosa.
SALMANCINE
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