Atrapante serie, porque en ella se mezcló mitología, drama, astronomía, astrología, psicotrónica, música, sonidos subyugantes y sobre todo unos dibujos muy estilizados a la época.
Se podría pensar que esta serie animada va encaminada a los niños. Pero la verdad es que esta tan cuidadosamente bien hecha, y con un ritmo a veces vertiginoso y a veces pausado que electriza y gusta casi a todos los públicos.
Sus personajes a veces parecen muy afeminados en algunos casos; burdos, rudimentarios y hasta infantiloides en otros. Pero honestamente nos divierten y nos dan un mundo animado en donde la fantasía se expande en “bing-bang” para unir pasado, presente y futuro en un universo poblado por héroes, dioses, semidioses y demonios. Un mundo donde no hay tiempo ni espacio y el universo esta poblado por seres que pelean batallas galácticas, haciendo uso de sus inmortales cosmos.
Los caballeros del zodiaco, equivalentes a legiones de ángeles en misión, forman ya parte de mis recuerdos adolecentes, en la que la vida diría me ofrecía mejores tiempos por venir. Cuando compartía debates en cuanto a los capítulos de “Saint Seiya” y cada quien teníamos nuestro héroe favorito con su respectiva armadura. Por cierto hace poco estuve viendo nuevamente los capítulos de Asgard, y al ver los amplios y brillantes ojos de los personajes Seiya, Shiryu, Hyoga, Shun, Ikki y Saori; me preguntaba que incontenible alegría pasaba por la mente de Kurumada, Araki y Michu, para reflejar un mundo occidental más allá de las estrellas a través de la mirada de esos guerreros animados.