Hacen un programa de 5 horas para dejarnos casi como estábamos, o peor. Y es que si la verdad simple no vende, lo complicamos, con más o menos buena fe, y listo.

Fernando García, el padre de Miriam, es colaborador necesario, condicionado y corrupto. Juan Ignacio Blanco, “el rocambolesco”, seguro que es de los que defienden, lo crea o no, que el hombre no llegó a la luna y todo lo contrario. Su papel no fue nada bienintencionado. Su paradero debería haber sido la cárcel. Un friki y un charlatán de libro sin escrúpulos.

Es una pena que Netflix, de nuevo, se preste a una pantomima y desvíe el tiro hacia la ya cansina manipulación feminista de 5ª generación. Cada vez estoy más desengañado con los documentales tan mercenarios y poco rigurosos de esta plataforma.

La parte final del último capítulo de la serie, mezclando churras con merinas, la descalifican, y podría decir que hasta me parece vomitiva. La intención de barrer para casa y arrimar el ascua a su sardina es vergonzosa.

“Delirio rentable”, la calificación que hace el diario Levante sobre el caso en su momento, es lo más lúcido que se puede decir hoy en día sobre esta nueva vuelta de tuerca, sin el menor reparo y aprovechando que el Pisuerga pasa por Alcàsser.

Nota:
Pese a la puntuación que le doy, es digna de ver. Tiene alguna parte interesante, la recopilación de testimonios es exhaustiva y brillante, sí, pero la sensación de manipulación final que queda, como he comentado, echa por tierra todo y consigue que mi valoración le cueste pasar del 5, aunque por lo que comento del “alegato final” sería un rotundo 1.
Por cierto, Antonio Anglés es más hábil que Houduni, ha sido capaz de desaparecer hasta de este minucioso ‘reportaje’.