Cuando las cosas van de prisa nada puede acabar bien, la he visto de un tirón y he pasado de la emoción de encontrar una joya a encontrarme con una moñiga en las manos.

El capítulo piloto es de vértigo, imposible ir más rápido! Te deja muy buen sabor de boca y unas grandes expectativas, sin embargo eso emoción decae según pasas el ecuador de la serie (capitulo 5). Cuando empiezan los sin sentidos, la lógica desaparece y el castillo de naipes se derumba.

El dúo Amanda Collin y Abubakar Salim como padre y madre funciona a la perfección, los niños en su justa medida hicieron un trabajo digno pero Travis Fimmel como Ragnar, perdón como Marcus INFUMABLE, ya no sabría decirte si es el personaje extrapolado o que Travis siempre actúa igual.

Cualquier estructura de guion va desapareciendo según avanzan los capítulos dejándonos huérfanos de la historia y cayendo en barrena en un delirio psicodélico pero sin alucinógenos. Una lástima... espero encontrar más coherencia en la temporada 2 que prometo ver, solo por comprobar que Ridley Scott y el resto de productores se toman las molestias de entender al público de la ciencia ficción.