Desde luego existen muchos tipos de humor y es por eso que podemos disfrutar de diferentes actuaciones humorísticas, pero viendo la nota que se le da a Frasier creo que el de esta serie es un humor que, a mi modo, no está bien entendido.
A simple vista puede parecer un humor absurdo, casi inexistente e, incluso, repelente, pero quien escucha, todo lo oye y al final uno se da cuenta de lo ácida e inteligente que es esta serie en su humor.
No resulta fácil sentirse cercano, en un principio, a los personajes y esa es precisamente la baza más importante de esta serie de alto contenido humorístico. Elegantes, esnob, orgullosos, altivos, a la par que cercanos, sencillos y humanos, con los mismos problemas que los del resto de que les rodean.
Otras grandes bazas que juegan a favor de esta magnífica serie son la interpretación de los actores, cada uno perfecto en su papel; la atemporalidad de la serie, que tras veinte años de su primer capítulo sigue intacta y sin nada que envidiar a cualquier sitcom actual; y un guión que no decae en ninguna de sus once temporadas, que se dice pronto.
A mi modo de ver, una bajísima valoración para una de las series más divertidas, entretenidas e inteligentes de todos los tiempos.