Simpática comedia, llena de buen rollo y alegría y ganas de vivir, notándose que se lo han pasado muy bien todo/as los que han intervenido en el filme (amigo/as de Favreau en su mayor parte).
Con un ritmo trepidante, rápido montaje y situaciones desprendidas con humor y fina ironía, se degusta como la comida que se ve a lo largo del metraje que, francamente, resulta apetitosa en todo momento.
En el fondo no es más que un cuento yanki, con todos sus defectos pero con las virtudes inherentes al buen trabajo de dirección e interpretación.
Es bastante amena y se pasa bien el rato. El final, pues eso, lo dicho anteriormente, un cuento de hadas.
La unión familiar, la buena relación entre padres e hijos, la amistad y el trabajo y respeto hacia el trabajo bien hecho, así como, o al menos lo parece, a la importancia determinante que tienen hoy en día las redes sociales. Para bien y/o para mal.
Se ve pues tiene gracia.

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