Sobrio último largometraje realizado por Clint Eastwood estrenado en las salas comerciales españolas.
Se trata de una película bastante sencilla en cuanto a planteamiento y desarrollo, con empleo, a veces acertado, otras no tanto, de flash-backs, que nos van aportando datos sobre lo ocurrido.
El film, creo, va de menos a más, con una primera parte muy contenida, a propósito, claro, haciendo hincapié en la situación del protagonista, una vez ocurrido el hecho principal. Su preparación para la investigación que se va a desarrollar, en el que se valorará nada menos que su profesionalidad, hecho sobradamente constatado en cuarenta años, pero puesto en duda por miembros de la aviación y Seguridad Nacional por 208 minutos.
Quizás a mi personalmente me sobran algunos momentos, creo que algo alargados y repetitivos, con las llamadas telefónicas entre el protagonista y su mujer, pero también es cierto que esto es necesario para que veamos que fue una investigación, además de dolorosa, por la duda implícita en la profesionalidad de un experimentado piloto, por su largura en el tiempo, tiempo que estuvo alejado de su familia, suponemos. También el flash-back de cuando era un piloto joven me sobra, aunque no molesta.
Su segunda parte, empero, gana en intensidad, entretenimiento e interés, sobre todo con los momentos finales de las simulaciones. Unas escenas excelsas (quizás algo cortas en duración con relación con el metraje total, como nos comentó Joseba) en cuanto a montaje se refiere, donde se ve claramente el absurdo del sinsentido de la investigación, y se muestra bien a las claras cuáles y cómo fueron los verdaderos momentos del accidente y su forma y métodos de sobrevivir a él.
Para mi gusto no es de las mejores películas del gran Eastwood como director, de acuerdo, pero es un trabajo sólido, comprometido, que aboga por el respeto a los profesionales que intentan desarrollar cotidianamente,
diariamente, su trabajo, estando por encima de los jerifaltes que desde sus tronos que les otorgan sus altos cargos, no saben respetarlos y quieren ver la pajita en el ojo ajeno no viendo el vigón que tienen en el propio.
Soberbio, una vez más, trabajo de Tom Hanks, que, como bien dice mi buen amigo Manu, sólo con oírle declamar sus diálogos, cosa que se manifiesta en dichos momentos de las simulaciones, te emociona y es capaz, quizás, de llevarte al llanto.
Discreta, pero funcional puesta en escena, buena banda sonora, con bonita música (tema personal de Eastwood) a piano en los títulos de crédito finales, y una sensación final de haber visto un trabajo mucho más que digno y honesto.
Mejorable, de acuerdo, pero interesante y amena siempre, con bastante fondo tras la aparente discreción del conjunto.

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