La gente. La gente la ves andar, pasar ante ti y te parecen figurantes de este mundo al que has ido a parar. Tú vas agobiado, en silencio, y no piensas que los demás son otros mundos también sumidos en mil problemas. A veces crees que eres la única persona consciente en el universo.

Los chicos es una muestra realista, muy bien estructurada, de que en la sociedad lo más importante que hay y lo que más hay que cuidar es la adolescencia. Ahí es cuando aparece el punto de No Retorno.

La niña que va a ser exhibida como criada o el deseo sexual del otro por la artista son tramos claves de esos mundos que valen muy bien de ejemplos. También está la insalvable preocupación de los mayores respecto al futuro de sus jóvenes seres queridos, vista en esa escena emotiva del kioskero en la que el chico pasa de él.

Otro vivirá un romance marcado por el desánimo, dándose la pareja un abrazo de impotencia ante un futuro sin ilusiones. Esta película tiene el valor, no sé si era el buscado, del terrible hecho que los jóvenes se ven a sí mismos que están solos.