Las series del espacio dieron mucho juego, aunque hoy están un poco de capa caída porque la gran oferta que hay y ha habido ha producido un gran conocimiento interestelar y no sorprenden tanto. El caso es que un presupuesto bajo, un puñado de actores y dos o tres platós simulando los interminables pasillos de una nave y escribir guiones sin parar, siempre será un ejercicio factible para una serie.

Se necesita un protagonista carismático y Katee Sackhoff cumple a la perfección. Una mujer ruda, combatiente, sufridora, al mando de un grupo de operarios espaciales que no parecen que hayan pasado por un sistema de elección muy efectivo para dicho viaje interestelar porque son bastante problemáticos y poco disciplinados, pero podemos suponer que es debido a la urgencia de la misión. Y es que una nave con la forma del símbolo del Infinito se ha establecido en la Tierra y apunta hacia un sistema solar como referencia.

Tal vez lo peor de la serie es el hecho de que el principal científico que debe establecer contacto con esta nave es el marido de la jefa de la expedición: la comandante Niko, y el menda no tiene ningún punto atractivo y menos de conexión con el físico de esta mujer. La química entre ellos no existe y para colmo la hija de ambos está siempre al límite de caer de muy mal a peor, y parece impertinente hasta en la vida real.

Pero no nos quejemos por eso, los tiempos cambian y hoy las mujeres son medio machos llegado el caso en aras de la Igualdad de sexos, y el hombre puede perfectamente ser un sumiso compañero, es lo que hay y no tenemos más que aceptar este caso. El vestuario es atractivo y los decorados de lo más correctos. El ordenador implantado en un hombre, a veces holográfico y a veces físico, es algo novedoso que se admite ya que es una buena actualización, y los guiones son los corrientes para este tipo de series.

Una serie de ciencia ficción intergaláctica con varias referencias pasadas, como la del capitán Kirk, bien actualizada y no tan mala como la pintan. De poner algún "pero" serían los increíbles desplazamientos por el espacio que no parecen que existan. Los argumentos están relacionados con el viaje: accidentes y problemas, mezclado con mucho ejercicio psicológico: celos, desconfianza y demás cosas que puede pasar cuando la claustrofobia se adueña de un cubículo reducido del que no se puede salir a tomar el aire.