Para todo aquel que sienta el espíritu de África, de la caza, de la aventura; para aquellos que ya se saben los documentales de la tele, el de los leones, el de los cocodrilos y el del rinoceronte, sin cruentas escenas... Para todos ellos está Hatari.

Los auténticos safaris en África están en Hatari, y mejor si están presentados por el magnífico Howard Hawks que sabía hacer películas para todos los públicos como nadie.

Hatari es una película de estampas, una colección completa de cromos a todo color de los animales de las sabanas, de animales vivos, ni un solo tiro a un elefante o a una jirafa en la carrera durante la caza. Solo compañerismo, buen humor y anhelos de amor.

Dos años antes de su espléndida comedia Su juego favorito, Hawks ya nos enseña aquí también esas magníficas fotografías con el cielo al anochecer, tomando una copa en los porches de las cabañas, conversando al relente de la noche, los momentos de la vida que nos harán recordar tiempos de aventura y camaradería bajo las estrellas.

John Wayne, lleva el negocio y el peso de la narración y con los demás compone un equipo entrañable. Caza a lazo jirafas y rinocerontes como en el Far West hacía de vaquero. Red Buttons con su invento para los monos es el motor del humor. Elsa (Dallas) y Michele Girardon (Brandy) son el objeto tierno del amor de sus compañeros. Romance y aventuras. Michele, en la vida real, por desgracia, se suicidó por culpa de José Luis Vilallonga. Qué injusta y cruel es la vida.

Una película sin insultos ni palabras soeces. Sin lugar a dudas, simpática, agradable y cristalina como ninguna otra del continente africano.