Hay que empezar hablando sobre el suplicio de un hombre que ha pasado años soportando a una mujer odiosa en todos los aspectos y que no presenta el film ya que acaba de fallecer, aún así podemos hacernos idea gracias a un excelente retrato al óleo que hay en el salón de la casa. En él se puede apreciar la figura lujosamente ataviada de una estirada mujer mayor, sin atractivo alguno, arrugada y de rostro severo, que acaricia una gata negra sobre su regazo. Una gata símbolo de continuidad en el film de que "algo" ha quedado pendiente.

El aristócrata al enviudar ve el cielo abierto pero como el pérfido mundo siempre está presto, coloca a la criada en su gótico mundo, la bella Jean Simmons, que se merece ser ama de llaves y más cosas porque su valor y sus ideas peregrinas le hacen aumentar el atractivo con un brillo especial.

Film basado en un excelente relato de W. W. Jacobs, autor de numerosas novelas tanto de humor como de terror (Ej.: La pata de mono, 1902) conocedor de ese ambiente misterioso que mamó desde su niñez al igual que su coetáneo Wilkie Collins, el inventor de la novela policíaca.

La película es un alarde de fotografía, encuadres, de situaciones extremas, de personajes propios de la mente de Charles Dickens, entre tontorrones llenos de nobleza de espíritu y malignos conspiradores.

El bastón del señorito es de madera noble, un trabajo excepcional hasta el último toque de su barnizado. Es una secuencia para los anales ver a Stewart Granger entre la niebla de Londres, niebla que nunca fue más siniestra que en esa época, la de los crímenes de Whitechapel o la que ocultaba al siempre entrañable Mr. Hyde.

Un cara a cara entre unos y otros, una historia digna del mejor cine de suspense. ¡Cuántos thrillers famosos no soportarían una comparación con ese despliegue de interpretaciones!