Aceptémoslo, el ser humano es egoísta y violento. En convivencia puede mostrar ciertas reglas de civilización pero cuando el interés salta, se pierden todos los modales y cada uno arrasará con lo que tenga delante para conseguir sus objetivos. Lo vemos todos los días, por desgracia. Pero verlo hacer a Walter Matthau para lograr su primera plana, es muy distinto. No vamos a entrar en comparaciones con la original Luna nueva (1940), pero este remake es la bomba.

En Chigaco van a colgar a un reo. Toda la maquinaria funcionarial, política y periodística se pone en marcha. Es un auténtico festival de enfoques el que nos muestra este reportaje de Wilder en una sala de prensa, de personajes en clave de humor pero completos absolutamente, una locura verídica, por tanto.

Y entre media de tantos intereses, de repente aparece ese otro actor descomunal con su personaje, se funde con el ya habido, el director del periódico más sensacionalista, The Examiner, y, entonces, la acción es ya una vorágine de diálogos deslumbrantes con los que nos darán un repaso auténtico.

Hildy Jonson, el reportero más eficaz (en Luna nueva Hildy era una mujer), será el único hombre desligado, inicialmente, de la acción. Se va a casar. Pero, es verdad, la profesión, la ambición por el éxito, la exclusiva, todo, absorbe al ser humano. ¿Podrá realmente permanecer al margen de la noticia, de los intereses que le rodean? Una película trepidante, incansable y con un humor ácido exclusivo.

Walter Burns, el director de The Examiner, malicioso, nariz de pepino, metro noventa, pies grandes. El hombre que duerme 20 días al mes en el sofá de su despacho para no perder comba. Impresionante. Nacido para la primera plana.