El cine iraní tiende a presentar historias sobre la crueldad del hombre por aquellas tierras. Para ello es frecuente emplear a niños como protagonistas. Quizá una manera un tanto rastrera de llegar al corazón del espectador. Porque los niños son los que más sufren en los conflictos bélicos, los que tienen que crecen con las lacras de la sociedad en las que les toca vivir, porque representan a menudo la pérdida de la inocencia. Pero hay que reconocer que, por lo general, es una técnica efectiva.
Hana Makhmalbaf se vale de una narración sencilla, protagonizada por una niña - Baktay -de mirada profunda y expresión triste cuyo único afán consiste en aprender "historias divertidas". Empieza la odisea de la pequeña por comprar un cuaderno, el cuaderno donde plasmar sus futuros conocimientos. La joven directora muestra la crudeza del día a día en Irán a través de los diversos obstáculos que encuentra Baktay en una sociedad belicosa desde sus entrañas (los niños imitan hasta el extremo la guerra en sus juegos). Además, cabe destacar los momentos de verdadera congoja, con primeros planos sobrecogedores, por saber qué pasará con Baktay.
No será la mejor película sobre la infancia en Irán, sin embargo, Hana Makhmalbaf merece una oportunidad en parte debido a su extrema juventud (19 años) al rodarla.