Y de repente, tremendo; sin anuncio, sin aviso, casi sin buscarlo, una explosión de dopamina y estas contagiado, enfermo por un deseo irrefrenable, un instinto básico, un nudo en el estomago, unas ganas insuperables de amar y ser amado, de abrazar, de besar, de estar ¿Dónde estás? No puedes evitarlo, le sigues con la mirada, controlas todos los detalles, todos los movimientos y lo demás no importa, no interesa, no existe, pues ya todo es Ella.

¿Quién eres?
Te pregunto y no respondes

La magia de conocer a alguien, un viaje al infinito, buscas en tu memoria, intentas identificar señales que te dirijan. El problema es que no hay camino, está inexplorado, virgen, sin indicadores, todo es arena, sin referencias. Los plazos y las etapas terminan antes de iniciarlas. Todo es nuevo, deprisa, deprisa, no hay mañana, sin preámbulos, sin esperar a conocerse, sin cortejo, sin saber nada en absoluto de la otra persona, sin nombres, puro instinto, puro deseo, puro sexo, sin ambages, sin prejuicios, como una figura nueva de baile.

¿Puedo llamarte?
Te pregunto y no contestas

Una cita, solo una cita a la semana a la misma hora. La montaña rusa, tienes que darlo todo y tiene que ser perfecto. Extenuación, misterio, paréntesis, miedo; un humo de emociones que te hacen sentir, vivir, resucitar de entre los muertos. Ya no hay vida, no hay trabajo, no hay sueño, todo es ELLA, está en todas partes, en tu cabeza, en tu deseo, en todos los momentos del día y no puedes hacer nada sin ella, eres un juego complejo y adictivo, necesito verte, tocarte, sentirte, tenerte en carne viva

¿Es posible enamorarse de alguien de esta manera?
Te pregunto y no sabes