De Paco Boix Campos así como de los cerca de diez mil compatriotas que como él conocieron de primera mano el infierno, tuve constancia gracias a Los Cerdos del Comandante, una obra de Eduardo Pons Prades y Mariano Constante donde se narran las torturas y el exterminio de las que fueron objeto por parte de quienes merecen con más justicia ese apelativo de cerdo: los nazis.
La labor de Paco Boix fue fundamental para que la Humanidad conociese esa monstruosidad gracias a sus fotografías y a los centenares de negativos que pudo esconder y evitar así que los nazis los destruyesen como pruebas irrefutables del magnicidio.
Sin embargo, el descubrimiento de esta película, merecidísimo tributo a la labor de este gran fotógrafo y mejor persona, ha sido para mí casi una casualidad. Pues dicha producción de Mar Targarona apenas ha tenido protagonismo en esa gala de los Goyas donde otros títulos como Campeones o El reino han acaparado la atención así como los premios de dicho certamen. Una injusticia a la que se suman ciertos comentarios que la definen como aburrida, lenta o incluso como cine de cartón piedra, definiciones de las que discrepo ya que durante sus ciento diez minutos El fotógrafo de Mauthausen nos acerca de forma precisa y sin concesiones al espectáculo gratuito y efectista a una realidad que, por desgracia, conocieron muchas españolas y españoles y que algunos pretenden olvidar y, lo que es peor, ocultar precisamente ahora, cuando reverdecen los brotes del fascismo en el sur de nuestra patria.