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España España · Sevilla
Voto de Atlantis:
6
Intriga. Comedia. Drama En el verano de 1694, el señor Neville, un ambicioso y prometedor dibujante, visita la mansión del señor Herbert, en Compton Anstey (Wiltshire). La mujer del anfitrión le encarga doce dibujos de la casa con el foso y los exquisitos jardines. Sin embargo, Neville se verá envuelto en una intriga doméstica que lo convertirá en sospechoso de adulterio y algunas cosas más. (FILMAFFINITY)
27 de octubre de 2010
15 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Analizar críticamente una película de una complejidad tan acentuada como esta conlleva el peligro de pecar de estúpido por no acabar de comprender muchos de sus detalles o de pasarse de listo por creer ver más de lo que realmente hay.

El argumento comienza con una Señora Herbert (Janet Suzman) que busca una mayor estima por parte de su marido encargando, en su ausencia, una serie de dibujos de su lujosa a villa a Mr. Neville (Anthony Higgins), dibujante contratado mediante un singular acuerdo económico-sexual. Así iniciará una andadura traumática en la casa, donde las antiguas rencillas y pasiones personales entre sus moradores, acabarán viéndose reflejadas en los mismos dibujos. Encontrar la solución a los misterios que aparecerán en los dibujos resultará tan complicado como encontrar la solución al misterio que comienza a producirse dentro de la casa en sí.

La disposición de la película es la de encontrar al criminal dentro de un particular tablero de Cluedo, pomposo y suntuoso como la aristocracia inglesa de finales del XVII. La enigmática estatua que vigila e incluso interactúa con los personajes, al margen de poseer una determinada carga simbólica (¿duende? ¿espectador mudo? ¿verdadero asesino?) no hace más que arrojar misterio sobre la trama principal, es decir, el propio director también se ocupa de jugar con el espectador, atormentándolo.

La constante relación con lo simbólico y mitológico, las interminables y petulantes réplicas y contrarréplicas entre los excéntricos personajes, todo sumado al propio seguimiento de la investigación criminal crean un conjunto en el que Greenaway pretende no dar nada "masticado" al espectador. Pero, en contraposición al difícil seguimiento de la trama, da un respiro a la desconcertante y probablemente inútil tarea intelectual, desplegando una puesta en escena de exquisito gusto, mediante la preciosa fotografía paisajística (de la mano de Curtis Clark), generalmente encuadrada desde la óptica del propio dibujante y también mediante la destacada banda sonora de Michael Nyman.

El resultado es una película desconcertante, por momentos bella y por momentos inaguantable, de diálogos afilados y retorcidos, de personajes contradictorios, de conclusión incierta y con una bonita factura audiovisual, tan barroca como la propuesta en sí.
Atlantis
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