Todavía sigo sin acostumbrarme a las películas bélicas actuales. Hecho de menos la guerra de guerrillas con un contexto geográfico salvaje como en la guerra de Vietnam, añoro aquellos soldados que además de pasar calamidades psicológicas se veían obligados a cruzar o deambular por ríos infestados de pirañas, pantanos llenos de sanguijuelas, extensiones de bosques impresionantes donde convivían con mósquitos del tamaño de un puño pasando esos bochornos típicos del clima tropical selvático donde la humedad era un enemigo más al que aplacar. Los bazoocas y metralletas míticas han sido sustituidas por tecnología punta, el correo ordinario por el e-mail, etc. Lo que ni por asomo han cambiado son las motivaciones que llevan al comeinzo de una guerra. Sea cuales fueran las excusas esgrimidas lo cierto es que la económica es la causa principal. Recordemos que la industría armamentística es sino el principal, uno de los principales motores de la economía estadounidense. Si a esto le unimos que los principales clientes son que controlan la producción del recurso más preciado en estos momentos tenemos el binomio armas-petróleo.

No importa si existían o existen armas de destrucción masiva (ADM) en dichos países porque como se vió el 11-S no se necesitan para causar el pánico mundial, lo importante es el control a base del establecimiento del miedo o la fuerza del recurso que en cada época sea el más demandado. En el Neolítico fueron las zonas propicias para el cultivo, en la Edad Media el control de las minas de oro y metales preciados, en la 1ª Revolución Industrial la madera, en la 2ª el carbón y actualmente el petróleo es el que controla las fluctuaciones económicas principales.

Tras esta breve elucubración decir que Greenzone es una inteligente película que consigue que ya es historia cobre relevancia de nuevo. Obviamente no aporta nada que no supiéramos ya o imaginásemos. Greengrass es el encargado de dotar de acción y aroma de thriller una historia muy superficial y en ocasiones desarmada en lo que a la relación político-militar se refiere. Es un poco inverosímil que un soldado del rango del personaje que interpreta Matt Damon consiga hacerse con tanta información y ya no digamos si es verosímil o no el hecho de que haya dos infraestrusturas políticas que trabajan para un mismo gobierno pero con objetivos contrapuestos.

En este thriller político-bélico destaca la figura de su protagonista. Matt Damon parece predestinado a papeles de espía, militar o agente de la ley. El típico cara cuadrada con ese instinto interpretativo que le hacen propicio para rodar una película sin tener que preocuparse por el apartado de actuación. Tomando como referencia la trilogía Bourne este film está dos puntos por debajo básicamente porque el guión peca de previsible y seguramente porque es difícil para Greengrass volver a sorprender como sorprendió.

Un saludo.