Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Vivoleyendo:
8
Drama Un matrimonio trata de superar la muerte de su hijo de cuatro años en un accidente automovilístico. Adaptación de la novela homónima ganadora del Premio Pulitzer en la categoría de drama. (FILMAFFINITY)
17 de septiembre de 2011
10 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
John Cameron Mitchell ha probado con lo estrafalario y lo atrevido en sus dos películas anteriores, “Hedwig and the angry inch” (2001) y “Shortbus” (2006). Ahora ha realizado un cambio de tercio radical. “Rabbit hole” es de fachada muy natural, es de esas pequeñas historias de cada día que ofrecen un espejo a mundanos sentimientos cotidianos. Ya no hay rockeros de look chillón ni búsquedas de una vivencia plena del sexo. Lo que hay es un puñado de personas del montón desoladas por la muerte de un niño de cuatro años. Sus padres, Howie y Becca (unos inmensos Aaron Eckhart y Nicole Kidman), la madre de Becca, la hermana y el cuñado, los conocidos del grupo de terapia al que acuden y el chaval que conducía el coche que atropelló a Danny.
Un pequeño universo de dolor en el que cada cual hace lo mejor que puede para salir del agujero de la autodestrucción y de la culpa.
Hipersensibilidad que estalla a la mínima, no saber qué hacer con tantos recuerdos, con todas las cosas que él dejó, temer la mezquindad de la progresiva cicatrización, como si el hecho de tratar de empezar de nuevo fuese un crimen contra la memoria del pasado, y también temer quedarse paralizado para siempre, atascado en un embotellamiento emocional en el que se acumula rencor y rabia. Agarrarse a cada vestigio, a un vídeo, a sus juguetes, a sus dibujos, a sus huellas en la casa, y cuesta tanto desprenderse de todo lo que él tocó... Recriminaciones, malinterpretaciones, gritarse uno a otro, como si eso sirviera para arrancarse tanto sufrimiento, para devolverles a Danny, como si echarle en cara a él o a ella un determinado comportamiento les librara de la abrumadora carga sobre los hombros.
Todo parece tan vacío, un paripé, ir de compras con Izzy seguro que acabará de forma desagradable, hablar con su madre sólo conseguirá que Becca se cabree y le diga cosas hirientes, ir al grupo de terapia con Howie la sacará de quicio, el mismo Howie será como un extraño enemigo, la compasión de los vecinos y amigos se desprecia con suspicacia, viendo en ellos a empalagosos entrometidos que vienen a escarbar en la desgracia ajena como aves carroñeras, aunque eso suponga juzgar la buena voluntad del prójimo con desproporcionada dureza.
Curiosamente, lo único capaz de aliviar el derrumbamiento de Becca será acercarse al chico, Jason, que hubiera dado lo que fuera para que Danny no hubiese invadido la calzada detrás del perro justo cuando él conducía por esa calle.
Les gusta imaginar universos paralelos en los que tal vez ellos están viviendo vidas más felices, en las que Danny está, y la gente ríe contenta y no como una mueca para espantar el peso de las lágrimas. Microuniversos que a Jason le consuela dibujar en sus cómics, madrigueras en la inmensidad del espacio en las que cada uno busca un lugar, una cura para los agujeros del alma que no se cierran nunca.
Vivoleyendo
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow