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Voto de Vivoleyendo:
7
7,3
40.792
Romance. Drama
Jesse y Celine se conocieron en un tren y pasaron juntos una noche inolvidable paseando por Viena. Aunque prometieron encontrarse de nuevo seis meses más tarde, esa cita nunca llegó a producirse. Nueve años después, se vuelven a ver, pero esta vez en París. Jesse, que está de gira promocionando una novela, la ve en la librería donde está firmando ejemplares. Ella vive desde hace tiempo en París; él, en Nueva York. Jesse inmediatamente ... [+]
3 de abril de 2008
48 de 56 usuarios han encontrado esta crítica útil
Segunda parte de la aclamada y memorable "Antes del amanecer", con guión del director y los propios protagonistas.
Desde el principio, esta secuela arrastra un estigma imposible de ignorar, y es el de su incapacidad de igualar en encanto, inocencia y frescura a su predecesora. Pero imagino que tampoco lo pretende. Al menos tiene la inteligencia de asumir que no es posible recuperar la magia de la primera vez.
En este brevísimo reencuentro de Jesse y Celine, han pasado nueve años. Y ambos muestran con gran credibilidad que el tren de la gran oportunidad sólo suele pasar una vez. Para ellos ya pasó y, por las circunstancias de la vida, lo dejaron escapar.
Si hay algo que verdaderamente me llega de esta continuación, es la certeza del dolor que se siente al haber perdido al ser que más amabas y al que sabes que no vas a recuperar. El dolor de seguir sintiendo lo mismo que aquel día perfecto y no tener contigo a esa persona. El dolor de encontrártela un día inesperado para agitar un pasado que no se repetirá, y penar por lo que ya nunca volverás a acariciar. Por los días que no vas a pasar a su lado. Por las cosas que no le dirás. Por la piel que no podrás tocar. Por todo lo que no vais a compartir.
Este reencuentro representa para Celine y Jesse la aceptación de la madurez. No la madurez entendida como la seguridad en uno mismo (¿existe acaso esa sensación?), ni como la plenitud personal, ni como el autocrecimiento. Es la madurez entendida como la resignación a la pérdida. La asunción de las decisiones que has tomado y de lo que tuviste que dejar. Aprender a vivir con la certeza de que nunca vas a recobrar aquella felicidad completa. De que la verdadera magia sólo se revela cuando te hallas en un estado de gracia que alcanzas en el momento cumbre de tu existencia, para después esfumarse.
Mirar a los ojos de Celine y Jesse es lo mismo que mirar algo que da miedo. Es mirar directamente a las ilusiones rotas. A unos sueños que no se realizarán. A unas heridas sangrantes que no cicatrizan.
Pero también se advierte un sentimiento que proporciona alivio. Y es el hecho de saber que has atesorado los recuerdos más preciosos que se puedan atesorar, y que esos recuerdos te ayudarán a continuar. Perdiste al amor de tu vida, pero el haberlo tenido aunque fuese sólo por un día te bastará para sacar energías y seguir adelante.
Espontáneos y estupendos diálogos que, como en la primera parte, son el eje y el sustento de la película. Pero ya no tan maravillosos como en la primera parte. Algo adulterados, irremediablemente imbuidos de los obligados comentarios acerca de hechos de actualidad que en mi opinión restan atemporalidad a la trama, cosa que no sucedía en "Antes del amanecer". Aquellos diálogos podrían escucharse en cualquier época y seguramente no pasarían de moda, pero algunos de los de la segunda parte sí.
Desde el principio, esta secuela arrastra un estigma imposible de ignorar, y es el de su incapacidad de igualar en encanto, inocencia y frescura a su predecesora. Pero imagino que tampoco lo pretende. Al menos tiene la inteligencia de asumir que no es posible recuperar la magia de la primera vez.
En este brevísimo reencuentro de Jesse y Celine, han pasado nueve años. Y ambos muestran con gran credibilidad que el tren de la gran oportunidad sólo suele pasar una vez. Para ellos ya pasó y, por las circunstancias de la vida, lo dejaron escapar.
Si hay algo que verdaderamente me llega de esta continuación, es la certeza del dolor que se siente al haber perdido al ser que más amabas y al que sabes que no vas a recuperar. El dolor de seguir sintiendo lo mismo que aquel día perfecto y no tener contigo a esa persona. El dolor de encontrártela un día inesperado para agitar un pasado que no se repetirá, y penar por lo que ya nunca volverás a acariciar. Por los días que no vas a pasar a su lado. Por las cosas que no le dirás. Por la piel que no podrás tocar. Por todo lo que no vais a compartir.
Este reencuentro representa para Celine y Jesse la aceptación de la madurez. No la madurez entendida como la seguridad en uno mismo (¿existe acaso esa sensación?), ni como la plenitud personal, ni como el autocrecimiento. Es la madurez entendida como la resignación a la pérdida. La asunción de las decisiones que has tomado y de lo que tuviste que dejar. Aprender a vivir con la certeza de que nunca vas a recobrar aquella felicidad completa. De que la verdadera magia sólo se revela cuando te hallas en un estado de gracia que alcanzas en el momento cumbre de tu existencia, para después esfumarse.
Mirar a los ojos de Celine y Jesse es lo mismo que mirar algo que da miedo. Es mirar directamente a las ilusiones rotas. A unos sueños que no se realizarán. A unas heridas sangrantes que no cicatrizan.
Pero también se advierte un sentimiento que proporciona alivio. Y es el hecho de saber que has atesorado los recuerdos más preciosos que se puedan atesorar, y que esos recuerdos te ayudarán a continuar. Perdiste al amor de tu vida, pero el haberlo tenido aunque fuese sólo por un día te bastará para sacar energías y seguir adelante.
Espontáneos y estupendos diálogos que, como en la primera parte, son el eje y el sustento de la película. Pero ya no tan maravillosos como en la primera parte. Algo adulterados, irremediablemente imbuidos de los obligados comentarios acerca de hechos de actualidad que en mi opinión restan atemporalidad a la trama, cosa que no sucedía en "Antes del amanecer". Aquellos diálogos podrían escucharse en cualquier época y seguramente no pasarían de moda, pero algunos de los de la segunda parte sí.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Además, noto algo envarados a los actores. Ethan Hawke ya no interpreta con la misma naturalidad, ni Julie Delpy. Tal vez quisieran dar la correcta impresión de la incomodidad de encontrarse tras tanto tiempo y no saber bien cómo actuar ante el otro, pero no han logrado la misma intensidad que antaño traspasaba. Como excepción que agradezco muchísimo, está la escena en el coche, que alcanza unas cotas de emoción asoladora, derrochando una autenticidad que hace que merezca la pena ver la película aunque sólo sea por experimentar ese aluvión de sentimientos que por fin rompen los diques y se derraman.
Paseemos por calles parisinas, subamos a un barco en el Sena, tomemos un café en un local acogedor, escuchemos una canción creada por Celine, bailemos al ritmo de Nina Simone y sintamos cómo esa barrera del amor imposible nos aprieta la garganta, contemplando tal vez por última vez a la persona que más amas en este mundo.
Paseemos por calles parisinas, subamos a un barco en el Sena, tomemos un café en un local acogedor, escuchemos una canción creada por Celine, bailemos al ritmo de Nina Simone y sintamos cómo esa barrera del amor imposible nos aprieta la garganta, contemplando tal vez por última vez a la persona que más amas en este mundo.