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Voto de Vivoleyendo:
8
Drama Tasio trabaja como carbonero desde los catorce años en un pequeño pueblo navarro de la sierra de Urbasa. La vida cambia, pero el monte permanece siempre igual: abrupto y hermoso. Es el escenario de sus juegos infantiles, pero es también el lugar donde encuentra el sustento para su familia. Cuando se hace adulto, al carbón añadirá la caza furtiva. A pesar de que es la época del éxodo rural, de la emigración a las ciudades en busca de un ... [+]
13 de agosto de 2009
29 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tasio huele a monte venerable. A bosques caducifolios que desafían al cielo con rabiosos cromatismos entre el verde, el ocre, el amarillento y el rojizo, y que son el refugio natural de valerosos y magníficos animales. Venados, jabalíes, zorros, codornices... Criaturas protegidas por leyes que prohíben la caza furtiva, poco efectivas para quienes llevan un mapa mental del bosque tatuado en la memoria y que buscan sobrevivir en una tierra que concede el pan a muy duras penas.
Tasio es un pueblecillo de viejos muros de adobe, callejas que ignoran las bondades del asfalto, vetusta iglesia con campanas que resuenan con sus llamadas a misa, y con sus tañidos fúnebres cuando un alma abandona este valle de lágrimas (y en los tiempos que corren, dichos tañidos tristes son algo habitual en la rutina). También es la típìca plaza donde se celebran las verbenas, y los pelotaris locales deleitan a golpe de frontón a un público ansioso de diversiones, y los jóvenes se enamoran mientras se marcan un baile agarraditos a un cuerpo gentil, al que aderezan unos ojos que relucen como el sol en primavera.
Tasio es esas familias que trabajan de sol a sol para ganarle a la miseria un exiguo trozo de sustento, un mísero pedazo de suelo y un humilde techo. Familias que llevan su carga de dignidad, de sudor derramado, de penurias compartidas, de esa sabiduría innata que los libros y la ciencia ignoran, y de brochazos esporádicos de una felicidad sencilla y por ello quizás más completa. Felicidad sin complicaciones, como cuando Tasio triunfa sobre la exigente y peligrosa montaña de carbón siempre ardiente, como llamas votivas que han pasado de una generación a otra transmitiendo sus secretos de fuego y humo. Tasio es un carbonero feliz que doma las brasas, y un cazador furtivo que admira y respeta a cada bestia que cae en sus trampas bien urdidas. Carbonero y cazador que se niega a deslomarse por cuatro perras para nadie. Trabajador incansable y autónomo que mantiene su sonrisa perenne en el rostro tierno y obstinado, que peina los bosques y remueve el carbón para ver, al final de la jornada, el brillo en los ojos de su familia. De su amada Paulina, que no la hay más guapa ni en pintura.
Tasio es la vida que se desliza parsimoniosa sobre suelos gastados con efluvios de tierra, y entre frondas silenciosas que murmuran con el roce de sus hojas sobre el transcurrir cíclico de las estaciones.
Vivoleyendo
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