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Voto de Vivoleyendo:
6
Drama. Romance. Bélico Adaptación de la novela homónima de Leon Tolstoi. En 1805, Napoleón prepara la invasión de Rusia. Pierre Bezukhov (Henry Fonda), hijo natural de un noble, es un intelectual pacifista y ocioso. Cuando estalla la guerra, se mantiene al margen de la contienda y frecuenta la casa de sus amigos los Rostov, una acogedora familia aristocrática, en la que brilla por su encanto y generosidad Natasha (Audrey Hepburn). (FILMAFFINITY)
19 de febrero de 2011
8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Durante la primera parte, la idea que me rondaba era la siguiente: que todos aquellos soldadotes que tan gallardamente se dirigían a la destrucción lo hacían porque tenían más miedo al matrimonio que a los cañones. Convincente motivo para enzarzarse en guerras. Ya me imagino el eslogan de reclutamiento: “¿Estás cansado de faldas que te esclavizan con el reclamo de las dulzuras domésticas? ¡Alístate y te librarás de la pesada de la parienta!”
No me figuro nada peor, ciertamente. Pobrecillos hombres a los que les colocaban un cuchillo en el pescuezo y les espetaban: “¡El casorio o la vida!”. Claro, es que los amenazaban de muerte si no se echaban la soga del bodorrio al cuello. Qué penita dan. Y las esposas debían de ser todas arpías repelentes, lindas e ignorantes cabezas de chorlito que despreciaban algo tan honorable como la guerra y se desvivían por lucir trapos y divertirse coqueteando con los oficiales. Por eso se entiende que sus maridos partieran a combatir a Napoleón o al chulo de turno. Ahí tenían la excusa perfecta.
La película fue avanzando, y Natasha lograba implicarme más gracias a su chispeante ingenio, que contrastaba con el soserío circundante y con los bellezones de busto reventón y dotes de tigresa a la caza. Respecto a Pierre, no es que fuera tonto, de hecho era de los pocos hombres que aventuraban algún destello de inteligencia, pero tampoco es que me cautivara.
Pero, por supuesto, los hombres seguían siendo tan pardillos como para seguir dejándose atrapar por las exigencias de su libido, ya que con mujeres tan hermosas los infelices no tenían otra que caer y volver a caer en las redes de las pérfidas féminas. Aunque luego se pasaran el resto del tiempo lamentándose por haberse dejado echar el guante. La salida a la que optaban, si obraban con honestidad, era sufrir gallardamente y poner cara de póker, y si eran un poco casanovas sinvergüenzas, huir de conquista en conquista, dejando un rastro de virtudes desfloradas y deshonras escandalosas.
Y nada, siempre quedaba la solución definitiva: esperar a la siguiente guerra para escapar del yugo.
Si Napoleón levantara la cabeza y viera en lo que iban a parar sus ideales…
Después, a medida que esta larga superproducción ha ido desarrollándose, ha aumentado algo mi estima hacia ella. La progresiva madurez de los protagonistas en el marco de la lucha de Rusia para expulsar a los franceses la ha hecho bastante más aceptable. Natasha y sus descalabros, en su camino hacia la notable mujer en la que está a punto de eclosionar, es el rol más interesante de esta monumental historia.
Seguro que la obra de Tolstoi le da numerosas vueltas a su adaptación cinematográfica.
Las he visto mejores.
Vivoleyendo
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