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Voto de Vivoleyendo:
7
Romance. Comedia. Drama Finales de los años noventa. Jamie (Gyllenhaal) es un joven cuyo irresistible encanto funciona no sólo con las mujeres, sino también dentro del despiadado mundo de las ventas farmacéuticas. Un día, en una clínica, conoce a Maggie (Hathaway), una chica muy independiente que tiene la enfermedad de Parkinson. La atracción es mutua y da lugar a una relación amorosa. El film se basa en una historia real: la de Jamie Reidy, un vendedor de ... [+]
25 de junio de 2012
18 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tiene algunas cosas buenas. Si quitamos, claro, la cansina velocidad del guión tan manida en producciones de este tipo, basada en diálogos vertiginosos e ingeniosos de los que te suenan a hueco sobre todo si meten verborrea propia de tiburones de los negocios o de tíos graciosetes con el chiste bajo la lengua, o esos aspavientos a lo Jim Carrey en pleno show de gesticulaciones que parecen volver locos a los norteamericanos. Quitando gran parte de ese sobrante (aunque lo cierto es que a veces sí consigue algo de chispilla), queda debajo una historia de amor bastante bonita y simpática entre una chica condenada a padecer una enfermedad degenerativa y un chico tarambana. Ellos dos hacen que valga la pena ver la película, y entre los secundarios cada cual tiene sus puntos. Todo el rollo de los monstruos farmacéuticos, la Viagra y demás es muy secundario, más bien anecdótico de un fenómeno que, como cualquier moda, llega y pasa. Representativo de una lacra actual, la de la feroz competencia en el mercado de los productos-panacea que luchan por encandilar a la masa con resultados “milagrosos”.
Comedia dramática romántica fácil de ver, con el plus de un lindo mensaje. Todos necesitamos alguien que nos cuide, estemos sanos o no. La vida no es un camino de rosas, ya sabemos que lo que tenemos son los momentos, este instante feliz que puede ir seguido de otro, y con suerte de otro más. ¿Quién nos garantiza lo que ocurrirá dentro de cinco minutos, de un año, de diez, de cincuenta?
Una vez escuché en la tele que en toda la vida tal vez contemplemos la luna llena una veintena o treintena de veces, pero no nos detenemos a pensar en cuántas veces la miraremos hasta que nos vayamos. Sólo sabemos que cada ocasión de mirarla es única, eterna en su fugacidad, un motivo de alegría interior, y de esperanza en volver a encontrársela así. Y aunque llegue un día, antes de nuestro final, en que no la veamos más, y si aún conservamos la memoria, tendremos el consuelo de que ella brilló sólo para nosotros.
La plenitud no es perpetua para nadie. Estar sano ahora no es un seguro vitalicio.
Lo que nos queda es la fortuna de que la luna luzca llena en este momento.
Vivoleyendo
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