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Voto de emartinec:
8
Drama Narra la historia de un empleado en la morgue de un hospital de Santiago de Chile durante los días previos al golpe de estado chileno de septiembre de 1973. Mario, de 55 años, trabaja pasando a máquina informes de autopsias en un depósito de cadáveres. En pleno golpe de Estado chileno de 1973, Mario fantasea con su vecina Nancy, bailarina de cabaret, que desaparece misteriosamente el 11 de septiembre. Tras un violento registro del ... [+]
21 de diciembre de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No debe ser nada fácil construir una película en torno al golpe de Estado ocurrido en el Chile de 1973, el cual derivaría en 17 años de dictadura para el país, sin caer en los clichés y la emocionalidad barata (para muestras, "Machuca" de 2004 o la más reciente "Colonia Dignidad" de 2015). Sin embargo, en ese complicado terreno se internó diez años atrás el chileno Pablo Larraín, entregando una película cuya mirada está puesta en la del ciudadano común, ese a quien el contexto político le pasaba por el lado, por más increíble que parezca.

Y así como en su anterior película, Tony Manero (2008), Larraín vuelve a retratarnos a un personaje solo y enfermo, en este caso Mario Cornejo (nuevamente personificado por un notable Alfredo Castro), un trabajador del Servicio Médico Legal que vive obsesionado con su vecina Nancy (Antonia Zegers), bailarina de un club nocturno. Mario la persigue, intenta conquistar y fantasea con ser su novio, esto en medio de una situación política a punto de estallar pero de la que él realmente pareciese no enterarse. El director además nos muestra al entorno de Mario, al Doctor Castillo (Jaime Vadell) y su auxiliar Sandra (Amparo Noguera), ella y él partidarios del gobierno de Salvador Allende Gossens, aunque el primero debe calmar su fervor revolucionario una vez ocurrido el golpe de Estado mientras que la segunda se ve superada por todo lo que deberá presenciar.

La dirección de Pablo Larraín retrata por tanto, con muchísima elegancia el drama de Chile en 1973, en ese sentido, Post mortem es una tragedia que posee el mérito de transmitir en cada uno de sus minutos, en cada diálogo, aquella sensación de oscuridad absoluta y desolación. También desde la fotografía la película transmite, ahí se nos muestra una ciudad oscura y silenciosa, que pareciese temer su destino y a una serie de personajes que sufren en primera persona el quiebre democrático, algunos llevando el dolor en sus propios trabajos y otros debiendo pasar a la clandestinidad, como Nancy, su pareja (Marcelo Alonso), su padre y hermano, quienes son perseguidos tras el golpe. Todo esto, bajo la insensible mirada de Mario.

Lo espectacular es esto, que lejos de centrarse en las persecuciones la película insiste en su ritmo pausado y tono triste de ceñirse a la historia de Mario y su realidad paralela. Por lo mismo, no es una película para cualquier momento. Provocadora e incómoda de comienzo a fin, representa junto a Tony Manero el momento más brillante en la carrera de Pablo Larraín.

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SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
emartinec
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