Es evidente que lo de Argento nunca han sido los buenos guiones, en su obra la trama carece de importancia, mientras que lo que se luce es su virtuosismo estético y técnico. En el caso de "Opera", Argento (además de reflexionar un poco sobre el género de horror, su rol como director y el rol de nosotros como espectadores) desplegó una de sus mejores y más complejas puestas en escena: sus conocidas subjetivas con steady cam se mantienen, pero se vuelven más sofisticadas. También, el maestro italiano utilizó de forma genial otros recursos como la cámara lenta y diversas técnicas más experimentales. Junto a todo esto nos regaló momentos inolvidables como el de las agujas en los ojos o el de la cerradura...