Una road movie vibrante y tensa durante todo su desarrollo.
Lo que más me gusta es que Dominic Sena mantiene el pulso narrativo y la intensidad en todo momento.
El dinamismo de la cinta logra grandes dosis de inquietud gracias al contraste de locura y paranoia frente a cierto marco de cordura que se propone como contrapeso. Hay claramente dos bandos bien divididos, los personajes “trastornados” y los que se obsesionan desde la lógica con los “trastornados”. Por ende tenemos una cinta de tenor insano, con buenas dosis de violencia y en donde lo macabro se hace presente muy frecuentemente en el desarrollo. La película nos habla de la mente propia de un asesino serial, de sus motivaciones, de sus formas de relacionarse y pasar desapercibido en una sociedad. También tenemos a quienes quieren comprender este tipo de comportamiento, estudiando y siguiendo los patrones de conducta. Allí Sena propone una licencia, al chocar ambos mundos, al relacionar ambos personajes y parecería demasiada casualidad que un estudioso obsesivo de los asesinos seriales se tope con un uno de ellos conviviendo en un largo viaje hacia California. No obstante ello, la cinta gana en emociones y mantiene el nerviosismo del espectador gracias a situaciones fuertes llenas de garra, además de contar con una excepcional actuación de Brad Pitt quien demuestra que no sólo es un actor para papeles de galán. El resto del elenco acompaña bien también, sólo que un escalón más abajo que el protagónico antes mencionado.
En fin, un thriller impactante que mantiene el suspenso y la garra sin dar tregua, un violento y dinámico retrato del comportamiento de un serial killer, ambientado con sórdida fotografía y sugestivos escenarios desérticos.