Ya lo decía el señor Miyagi: "Caminar por la carretera, ¿eh? Caminar por lado derecho, seguro. Caminar por lado izquierdo, seguro. Caminar por el medio, antes o después ser aplastado igual que uva." Y eso es justo lo que pasa con esta serie. A pesar de que el hilo argumental está entretenido, los personajes tienen un pase y consigue mantener cierta tensión, en general Gravedad Cero adolece de lo que yo llamo "el efecto Grey", mal que ha afectado a más de una incauta serie producida en la época en que Anatomía de Grey era un crack total (a cada uno sus gustos). El síntoma principal de esta dolencia es la aparición de un par de personajes penas, con la personalidad de un zapato, que desde el principio se tiran los tejos pero por algún motivo que sólo es evidente para ellos -generalmente temas de jerarquía en el tajo- se empeñan en evitarse y sufrir por las esquinas. Estas series tienden a estar narradas en primera persona por los personajes penas, aunque se les coloca alrededor un reparto de comparsas para animar el cotarro (en general, tienden a ser más entretenidos que los protagonistas, así que eso que ganamos), pero que no pintan gran cosa en el esquema general de las cosas. Ahora sólo queda vestir a los muñequitos. ¿Que los pones de médicos? Tienes Anatomía de Grey. ¿De policías? Pues entonces Rookie Blue. ¿De astronautas? Ya veis donde voy a parar ...
Gravedad Cero parte de una premisa interesante: un viaje de 6 años por los distintos planetas del sistema solar, que acaba siendo liderado en el último minuto por dos astronautas que, siguiendo órdenes, abandonaron a dos compañeros en Marte. Toda la misión se lleva, por un lado, de forma totalmente pública y abierta al mundo, mientras que por otro ni siquiera la tripulación sabe la agenda del grupo que controla el viaje. En cuanto se ponen en marcha, empiezan a ocurrir cosas poco probables y toda la tripulación comienza a tener visiones. Hasta ahí, bien, pero mezclan la historia de amor (o no) de los dos protagonistas: el veterano que nunca sale con astronautas -pero que se enrolló con su compañera una noche loca antes de saber que estaba fichada para el equipo- y la chica torpe a la par que adorable (al menos eso pretenden) con todo tipo de inseguridades que no tiene muy claro lo que quiere. En este caso, los comentarios de fondo los hace él. Además, acompañan cada episodio de flashbacks sobre quién salía con quién, quién le puso los cuernos a quién y quién le pasaba notitas por debajo del pupitre a quién. En resumen: demasiado ciencia ficción para culebrón romántico, demasiado cursi-empalagoso para ciencia ficción. Resultado: cancelado tras 11 episodios. Y es una pena, porque parece que se habían decidido por el lado ciencia ficción e iban a cambiar de cadena. Para el que esté interesado, parece que Parriott publicó en Internet dónde quería llegar cuando le cerraron el chiringuito.