Estos tiempos que corren exigían que Santiago Segura dejase caer a su creación más popular en las taquillas españolas. Decía Berlanga que, del cine español de los noventa, una de sus escenas favoritas era José Luis Torrente devolviendo un palillo usado para algún otro desprevenido cliente del bar. Escatología pura, un brazo tonto de la ley que sale en un futuro cercano (2018) para encontrarse con una España desmembrada, homenaje a "El planeta de los simios" incluido.

Con su política usual de recurrir a los cameos de los amiguetes, Segura se las ingenia para contar con el mismísimo Alec Baldwin, enrolado para ser el antiguo diseñador de la seguridad de Eurovegas, quien quiere recurrir al antiguo agente para reclutar a unos especialistas que se hagan con la caja, aprovechando las vísperas de la final de la Copa del Mundo (Cataluña-Argentina). Como es costumbre en el canallesco y desaseado agente, Torrente recurre a inadaptados y miembros de la más baja estofa de la ciudad, cuando no, poseedores de toda una serie de hándicaps sociales.

Segura se muestra más comedido en el nivel de guarrerías (el precedente de la 4 las hacía presagiar) de esta quinta parte, la cual intenta ser una parodia de la sanga Ocean´s, usando reclamos tan heterogéneos como Anna Simón o Jesulín de Ubrique. Y es que desde el listón dejado por Javier Cámara y Gabino Diego (hay quien sí reaparece en la saga, sobre todo Chus Lampreave y Neus Asensi), parece que Segura no ha encontrado ese Watson desequilibrado que nivele a su desagradable, pero indudablemente carismático, admirador del Fary. Los lugartenientes se van alternando en diferentes secuencias, sin que uno dé ese paso al frente, pese al buen hacer de gente como Carlos Areces, Julián López o Carlos Areces.

La película arrasará en taquilla como era de esperar. Igual que Pajares y Esteso podía hacer competir a "Los bingueros" en los cines de verano contra "La guerra de las galaxias" butaca a butaca. No es el mejor estilo del mundo, pero resulta eficaz y llega a la mayor cantidad posible de público. Tiene todos los reclamos, por lo civil o lo criminal, para dar que hablar, aunque no sea siempre bien, pero Segura es zorro viejo y es consciente de lo que necesita para sobrevivir con éxito en las productoras (y eso no es moco de pavo).

Sin embargo, este Torrente parece un poco más ablandado incluso, menos políticamente incorrecto de lo que hubiéramos esperado tras tanta crisis, maletines y nacionalismos de uno y otro cuño.

Lástima. Pero no descarten que José Luis vuelva en una posible sexta entrega. Ah, y sí, a mí también me gusto el homenaje al genial Tony Leblanc.