Fue uno de los momentos de mayor popularidad del Caballero Oscuro. Misma hora, mismo bat-canal. Modelos de episodios de dos partes. Sin embargo, la criatura de la noche creada por Bob Kane (aunque mucho crédito debe darse también al guionista Bill Finger) fue desvirtuada en este popular formato televisivo; atrás quedaba el Batman original y de pasado retorcido, bienvenidos a la época de los plátano bolígrafos y exclamaciones dignas de Robert Alcázar y Pedrín.

De cualquier modo, qué serie tan encantadora a su manera. Adam West y Burt Ward debieron de pasárselo pipa haciendo este show tan libre y bienhumorado, el cual incluía onomatopeyas y al bueno de César Romero negándose a afeitarse el bigote para hacer de Joker; eso sí, el despiadado payaso del crimen aceptó desafiar al dúo dinámico en un torneo de surf, en uno de los momentos más épicos que se recuerdan.

En su tiempo, fue tan popular que estrellas de la popularidad de norteamericana se peleaban por hacer un cameo en esta Gotham que nunca ha sido más luminosa. En honor a la verdad, cuando los guionistas intentaron dar giros más serios como meter a villanos tan dramáticos como Dos Caras, al final siempre pasaba algo que impedía al proyecto seguir adelante, quedándose siempre en el terreno cómodo de repetir el arco una y otra vez.

Hasta tendrían la oportunidad de realizar un largometraje, manteniendo esa estética sesentera que la sigue haciendo hoy muy reconocible. Con todo, hay que darle al César lo que es del César. Lograba ser muy entretenida, nunca cometió el error de tomarse en serio a sí mismo y nos permitió ver a Julie Newmar disfrazada de Catwoman.

Y eso, hay que reconocérselo.