Pierre Watrin y su equipo tuvieron el impresionante acierto de forjar una alianza con Goscinny y Uderzo para llevar a cabo la que, quizá, sea la mejor adaptación a la gran pantalla de los míticos e irreductibles galos. Tarea nada sencilla, puesto que, a diferencia de otras ocasiones, aquí no hay una aventura que tenga un cómic previo del que beber. Sin embargo, el bueno de Albert estaba allí para orientar cómo se mueven y actúan sus queridos bebedores de poción mágica, mientras que Rená supervisaría que ningún diálogo chirriase a los fans de la saga.

Las 12 pruebas de Astérix es un repaso mitológico y de tópicos de naciones de proporciones épicas. Desde Hércules hasta los problemas que tenemos las personas de a pie cuando hay que llevar impresos a la horrible burocracia (el vuelva usted mañana de Larra). Por lo demás, Ideáfix, Astérix y Obélix en su excelente línea de los mejores momentos, empeñados en aceptar el desafío de Julio César.

A nivel de animación, el film ofrece muy curiosos efectos para su época, incluyendo las legiones malditas (adelantándose al querido Santiago Posteguillo y sus excelentes novelas) y con una música que acompaña perfectamente la narración, a la espera de los jabalíes que cerrarán la aventura... ¿o no? Ojo, que hallaremos uno de los finales más inesperados de la franquicia.

Como ven, muy recomendable, pero tampoco me hagan mucho caso. Con Astérix nunca he podido ser muy objetivo.