Si bien el género que podríamos enunciar como de "thriller en su variante conspirativa" copa con un sinfín de títulos las carteleras de los últimos años, también podemos decir que dentro de estos los hay buenos y los hay malos, en el caso que nos ocupa estamos ante un muy buen ejemplo de este tipo de cine.

Al interés habitual de este tipo de narraciones, aquí hay que destacar unas excelentes escenas de acción e intriga llenas de emoción y espectacularidad, y que erigen a los propios lugares donde se desarrollan (Berlín, Milán, Nueva York y Estambul) como auténticos coprotagonistas de la historia.

La trama está muy bien desarrollada, y tiene la virtud de no tener ningún bajón, mantiene siempre la tensión (ya lo dice al inicio del film uno de los personajes "estoy cómodo estando tenso"), crea esa empatía con el protagonista que lucha contra todos y frente a todos, y que sabemos que aunque gane la batalla, nunca podrá ganar la guerra, y también tiene el acierto de ser un film ajeno a sentimentalismos que va al grano, a la acción en si.

La película ahonda y acierta en el enfoque transnacional y económico que controla y a la vez interconecta todo lo relevante que pasa en el mundo, y donde tanto buenos como malos comparten el axioma de que "si no hay salida, lo mejor es ir hasta el fondo", y así lo hacen unos y otros en un bucle perpetuo que no se resuelve, ni en la realidad ni en la ficción, en las casi 2 horas de del film.

Una película donde todos (buenos y malos) deben transgredir las normas si quieren hacer justicia unos, y negocio otros, con un sistema defectuoso implícito en todo momento, y donde sus protagonistas deben elegir "los puentes que hay que cruzar, y los que hay que quemar".

Respecto a las interpretaciones, Owen muy bien, y el casting estupendo. Respecto a Naomi Watts, el que me haya leído antes ya sabe de mi debilidad por ella a todos los niveles, y aquí no hace más que corroborármela.