Una de las tipologías de películas que más aceptación, repercusión y premios cosechan son las referidas a la descripción de personas con una enfermedad mental. Son muchos los puntos en común que presentan estos films, donde el drama psicológico, los momentos de violencia y aislamiento, y las dudas sobre que es lo que le pasa realmente al protagonista, provocan una emoción y empatía casi automáticas en el espectador.

Aunque hay múltiples ejemplos, en las últimas décadas, dos son los referentes en este tipo de cine, la archipopular y multipremiada "Alguien voló sobre el nido del cuco", y con algún matiz diferenciador, "Una mente maravillosa". Pero claro está, todo tiene un inicio, y en mi caso, no encuentro precedente anterior en este tipo de cine, que la película que aquí nos ocupa.

El film tiene un planteamiento interesante, la interpretación de Olivia de Havilland promete, y parece que al tema de la enfermedad, se van a sumar enriquecedores aportaciones de otros géneros como son el drama romántico y el suspense. Sin embargo, sin que la película llegue a desplomarse por completo, el inicial interés va decayendo en un film de correcta realización, pero donde todo es demasiado apacible, funcionarial, mecánico, sin grandes dosis de emoción, y con la certeza desde el principio de que, al igual que un telefilm de fin de semana, todo va a acabar bien.

Entiendo que el film cosechara cierta repercusión, constituyendo además la obra de más relevancia de su director, y puedo llegar a entender el aluvión de nominaciones, ante una historia que sin lugar a dudas en 1948 era rompedora. Pero sin embargo, el paso del tiempo ha sido implacable para esta cinta, que se queda un tanto anticuada y plana vista hoy en día, aunque no por ello dejemos de otorgarle el mérito de ser el primer film relevante que trata el tema de las enfermedades mentales, y que sitúa su escenario en un psiquiátrico.