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Voto de Francisco Javier:
9
Terror. Intriga. Thriller Marion Crane, una joven secretaria, tras cometer el robo de un dinero en su empresa, huye de la ciudad y, después de conducir durante horas, decide descansar en un pequeño y apartado motel de carretera regentado por un tímido joven, Norman Bates, que vive en la casa de al lado con su madre. (FILMAFFINITY)
11 de octubre de 2014
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Hasta dónde es capaz de llegar el ingenio humano a la hora de construir las piezas de lo que pudiera ser la obra maestra de un autor? Pues bien, aquí lo tenemos representado de la mejor manera posible. El ingenio de Hitchcock representa, en su totalidad, la propia figura del cineasta, que se sirve de lo mejor de su carrera cinematográfica para regalarle al público de los 60 una obra que pasará a la historia del cine del terror y del suspense.

La historia en sí no representa una innovación más allá de lo que Hitchcock había ofrecido hasta ese momento, pues se sirve de sus propios tópicos para engañar al espectador, una vez más, mediante el uso del McGuffin o técnicas visuales que nadie más sería capaz de realizar en los años 60. Lo realmente importante en esta película es el trasfondo psicológico que trata, el enorme talento visual del cineasta y el por qué de la importancia posterior de Psycho en todo el cine americano y europeo.

En ese primer sentido, Anthony Perkins representa a la perfección la importancia de la psicología en el papel de un personaje. Un hombre con dos caras: inocente, pero misterioso; agradable y, a la vez, terrorífico; sumiso y, a la vez, dominante. Lo representa todo. Representa los valores del mejor cine de terror y representa la calidad interpretativa del actor para inculcar en el público cada rasgo de Norman Bates, es decir, para hacer de Norman Bates un personaje profundamente humano, un "todos y cada uno de nosotros" en cada escena, en cada secuencia, en cada intervención. Janet Leigh también está a la altura con la interpretación de su personaje, pero, al igual que cualquiera que asistiera al cine y se sentase en la butaca y observara a Anthony Perkins, se muestra sumisa a la interpretación de Anthony Perkins y ve su reflejo en él en cada diálogo que entablan juntos.

Del talento de Hitchcock para innovar y sorprender con cada título de su carrera cinematográfica tampoco se puede decir mucho más que no se haya dicho. Sus escenas han pasado a la historia como tópicos de donde han bebido futuros cineastas y, por lo tanto, ha quedado relegado al papel del "padre" del cine norteamericano y europeo posterior a los 70. Hitch jugaba con cada escena y le daba la importancia necesaria para que el espectador supiera que cualquier movimiento de Norman era fundamental para entender el resto de la película, o cualquier mirada entre ambos protagonistas era tan crucial que nadie en la sala podía despegar los ojos de la pantalla si quería saber cómo finalizaba la película. La idea de cargarse a la protagonista a la media hora de comenzar la película fue otra jugada maestra de Alfred Hitchcock que, si bien puede resultar de lo más atrevida, supuso un punto de inflexión para entender que en la película existe un antes y un después en el que cada espectador se siente reflejado cuando ve la película.

Todos estos aspectos se unen en uno solo para explicar por qué Psycho ha sido fundamental en el desarrollo del cine posterior: es una película completa, de los pies a la cabeza. No existen peros, no hay dudas, no hay objeciones, no hay problemas ni errores. Todo está medido al milímetro. Todo está cuidado, desde la iluminación hasta la elección de vestuario de los actores. Desde la primera escena hasta la última. Cada una de las secuencias de Psycho ha sido clave en producciones posteriores, desde el género dramático hasta las comedias con situaciones de secuestro o asesinatos. Cada manipulación de Hitchcock en el desarrollo de la película ha sido esencial para entender por qué Psycho es su "gran" obra maestra. Cualquier adjetivo no describiría tan fielmente lo que supone ver por primera vez la escena de la ducha, el desenlace final en la mansión de Norman Bates o el propio monólogo de Norman Bates en la oficina de la policía, así como las técnicas audiovisuales que emplea Hitchcock y que nadie mejor que él habría sabido plasmar en la época.

Una maravilla, de los pies a la cabeza.

Nada más que decir. Psycho es el cine en estado puro. Hitchcock es el cine en estado puro.
Francisco Javier
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