¿Alguna vez has creído que tu vida no ha sido todo aquello que un día habías ambicionado?
¿Has sentido que se escapaban de tus manos todas aquellas ilusiones que un día soñaste con que se pudiesen cumplir? ¿que huían todas las esperanzas depositadas en la creencia de tocar lo que un día te prometieron que podrías llegar a conquistar?
¿Consideras que la inercia de la cotidianidad condiciona toda tu existencia, lastrando todo lo que en su momento codiciaste descubrir?
¿Es posible que una mano invisible, que fuerzas imperceptibles, impidan que alcances la felicidad? De ser así, ¿cual es esa fuerza que la coarta? ¿cuál la mano que lo reprime?. ¿Quizás sean las castrantes convenciones sociales que todo lo invaden, todo lo manchan y contaminan, que se expanden y ahogan como la hiedra que enreda al árbol que le da vida?
Si lo afirmas, si mueves la cabeza arriba y abajo mientras lees estas líneas, quizá se deba a que te sientas como Truman:confinado en una asfixiante realidad, excluido de una vida que en cierto momento consideraste posible, encerrado en un mundo de apariencias, recluido en un pozo de sombras cavernarias, de marionetas dirigidas por manos invisibles; anquilosado en una realidad de muerte por parálisis cerebral, de un mundo anestesiado por lo que socialmente se acepta como correcto, de un entorno de ilusiones artificiales, paralizante; que logra abatir lo que en de verdad caracteriza al verdadero espíritu humano: que no es más que su fascinación por descubrir, por indagar, por abarcar, por conquistar todo lo desconocido de cada uno de los rincones que hasta el momento se aparecían como inaccesibles.
Si es cierto que un día ya lejano ambicionaste conquistar parcelas en principio inexpugnables, saltar barreras infranqueables o traspasar muros inabordables; si es cierto que percibes que tu vida no ha sido todo lo que deseabas, al contrario, que el paso de los días sólo lastran ilusiones ya perdidas, esperanzas ya olvidadas, ya dejadas y que tu vida se soporta como un pesado manto que todo lo envuelve de oscuras y opresivas impresiones; si es cierto que percibes que la marejada de la vida impide que navegues con placidez, que el oleaje embarga la posibilidad de que descubras mares lejanos, si adviertes que la tormenta vence y consigue que embarques para siempre en puertos angostos y vacíos... si todo eso es cierto: leva anclas, desamarra cabos y embárcate, aunque el tiempo colija tempestad, en tu propia y particular “Santa María”, y navega hacia territorios ignotos, no descubiertos, no encontrados, que obren el milagro de que puedas admitir: que lo has logrado, que lo has conseguido, que por fin !!intentarás ser feliz!!!.