Film que retrata a la perfección una época y una ciudad (un París superpoblado para unos tiempos de extrema pobreza y grandes diferencias sociales) con una genial ambientación y un exquisito vestuario, que conforman sin duda lo mejor de un film, que aunque en un principio consigue enganchar al espectador, poco a poco, y contrariamente a la idea que propugna, se va diluyendo cual perfume barato hasta concluir con un surrealista e incoherente final.
El trabajo del reparto raya a buena altura ,y aunque el peso recae, sobre el relativamente desconocido Ben Whislaw, destacan los papeles de dos grandes secundarios como Alan Rickman y sobre todo Dustin Hoffman. En cuanto a las numerosas actrices si han de destacar por algo, sin ánimo de parecer machista es por su gran belleza más que por su calidad interpretativa.