Ante todo divertida e hilarante en sus mejores momentos. Está claro que Bruce Campbell no se tomó ni un minuto de ésta película en serio y por eso nos ofrece un muy logrado auto-homenaje donde además de parodiarse a si mismo, rinde especial tributo al género y los realizadores que lo consolidaron como figura del género fantástico.

La historia no será la mejor ni la más original, pero Bruce sabe aprovecharla y logra unas cuantas escenas verdaderamente memorables, sin mencionar las siempre puntuales referencias a la trilogía de Sam Raimi que lo hizo famoso y a otras películas no necesariamente emblemáticas.

Entretenida y más para los fans del legendario Ash.