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Voto de Servadac:
6
7,1
4.529
Drama
Dos hermanos a los que separó una tragedia familiar, cuando eran niños, siguen sufriendo hoy las secuelas y los traumas de una infancia triste y oscura: la vida de Nick gira en torno al alcohol y a la violencia; su hermano pequeño es padre soltero y se esfuerza todo lo posible para proporcionarle a su hijo una vida mejor. (FILMAFFINITY)
28 de septiembre de 2010
71 de 81 usuarios han encontrado esta crítica útil
Yavhé, para mostrarle a Satanás la fe del más devoto de sus siervos, permitió que Job sufriera todo tipo de calamidades. Vinterberg sumerge a Nick en un continuo río de fatalidad. Tememos que la suma de infortunios desemboque en una defunción por ahogamiento –el título de la película remite a la tortura de meterle al preso la cabeza bajo el agua.
Así como el libro de Job se carga de sentido en la adición de adversidades, ‘El submarino’ trata de personas que, según señala el propio director, no pueden ya caer más bajo. El sufrimiento de Job es ejemplar, igual que Nick es arquetipo de infelicidad en medio de la alacre Dinamarca.
Se parte de una situación desoladora: padre ausente, madre alcoholizada, niños que cuidan de un bebé –resulta espeluznante la secuencia en que la madre se desploma en la cocina, se hace pis... y el primogénito se acerca al charco de meados con una tostadora para darle una descarga.
Desde el primer momento casi todo es previsible. No hay lugar para el suspense, como si fuera conocida de antemano la conversación entre Satán y el Dios hebreo.
Así como el libro de Job se carga de sentido en la adición de adversidades, ‘El submarino’ trata de personas que, según señala el propio director, no pueden ya caer más bajo. El sufrimiento de Job es ejemplar, igual que Nick es arquetipo de infelicidad en medio de la alacre Dinamarca.
Se parte de una situación desoladora: padre ausente, madre alcoholizada, niños que cuidan de un bebé –resulta espeluznante la secuencia en que la madre se desploma en la cocina, se hace pis... y el primogénito se acerca al charco de meados con una tostadora para darle una descarga.
Desde el primer momento casi todo es previsible. No hay lugar para el suspense, como si fuera conocida de antemano la conversación entre Satán y el Dios hebreo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
El crío morirá, el camello novato tendrá que ser encarcelado, la mano habrá de gangrenarse… Poco importa, la fuerza del relato no descansa en los virajes del guión.
Thomas Vinterberg, en contra de lo que pudiera suponerse, apenas se recrea en lo escabroso. Ofrece mucho (suicidio, asesinato) por la vía de la elipsis.
Hay secuencias flojas (el rechazo del gordo por parte de la prostituta tailandesa; la escena semibufa del gimnasio, que cuadra a duras penas con el tono general). El recurso de volver atrás para enseñar la vida adulta del segundo hermano (durante el primer tramo de la cinta, se da a entender que puede haberle sonreído la fortuna) añade un ápice de confusión al argumento. Pero en conjunto, la historia sí funciona.
Los hermanos se reencuentran en la cárcel –un abismo de rejas los separa. El menor proclama la inocencia del mayor: se comportó debidamente. Con la mirada perdida, le dice que ya es hora. Es tiempo de bajarse de este mundo. Tras ese adiós directo y elegante, un nudo de congoja nos aprieta en la garganta.
Pese al frío en la paleta de colores, se percibe una mirada compasiva. El blanco, deslumbrante, encarna el paraíso en la preciosa escena del bautismo, principio y fin de la película. La idea de la sábana es espléndida: un manto protector que todos hemos conocido en nuestra infancia.
¿Por qué el libro de Job? Al concluir ese episodio de la Biblia, la voz de Dios se hace presente. Nick y Martin asisten juntos a la ceremonia funeral del padre/hermano drogadicto. Gracias a Martin, Nick parece recibir una revelación. Volvemos al bautismo y, en sordina, oímos cómo vibra levemente un hilo de esperanza.
Thomas Vinterberg, en contra de lo que pudiera suponerse, apenas se recrea en lo escabroso. Ofrece mucho (suicidio, asesinato) por la vía de la elipsis.
Hay secuencias flojas (el rechazo del gordo por parte de la prostituta tailandesa; la escena semibufa del gimnasio, que cuadra a duras penas con el tono general). El recurso de volver atrás para enseñar la vida adulta del segundo hermano (durante el primer tramo de la cinta, se da a entender que puede haberle sonreído la fortuna) añade un ápice de confusión al argumento. Pero en conjunto, la historia sí funciona.
Los hermanos se reencuentran en la cárcel –un abismo de rejas los separa. El menor proclama la inocencia del mayor: se comportó debidamente. Con la mirada perdida, le dice que ya es hora. Es tiempo de bajarse de este mundo. Tras ese adiós directo y elegante, un nudo de congoja nos aprieta en la garganta.
Pese al frío en la paleta de colores, se percibe una mirada compasiva. El blanco, deslumbrante, encarna el paraíso en la preciosa escena del bautismo, principio y fin de la película. La idea de la sábana es espléndida: un manto protector que todos hemos conocido en nuestra infancia.
¿Por qué el libro de Job? Al concluir ese episodio de la Biblia, la voz de Dios se hace presente. Nick y Martin asisten juntos a la ceremonia funeral del padre/hermano drogadicto. Gracias a Martin, Nick parece recibir una revelación. Volvemos al bautismo y, en sordina, oímos cómo vibra levemente un hilo de esperanza.