Muchas ganas había del estreno de lo nuevo de Larry Charles con Sacha Baron Cohen como protagonista tras las hilarantes Borat y Bruno. Sobra decir, que al que no le gustaran aquellas no vaya a ver esta a no ser que sea masoca.

En esta ocasión el famoso cómico se pone en la piel de un dictador que va a América por la obligación de la ONU que de explicaciones sobre la posible tenencia de armas nucleares. Su tío y segundo al mando lo intenta asesinar y lo suplanta por un doble, con intención de anunciar una democracia para su país, que esconde acuerdos con otras grandes potencias. Basicamente, el protagonista tiene que llegar a tiempo a la cumbre y romper la constitución que convertiría a su país en una democracia.

Comparándola con las dos anteriormente mencionadas, es la primera vez que se deja de lado la estructura de falso documental para convertirse en un largometraje al uso pero no por ello tiene grandes cambios. Al igual que aquellas, la cinta se divide en una gran presentación que te hace reir desde el arranque, el cuerpo de la misma lleno de diferentes sketches y situaciones, un bajón por la pelea con el/la co-protagonista con tristeza interior de Sacha y la resolución final alargando los gags durante varios minutos en los créditos.

Los amantes del humor negro (negrísimo) estamos de enhorabuena y es que hacía mucho que no se me saltaban las lágrimas de las carcajadas con una película. Evidentemente no voy a destrozar las mejores paridas o sketches (para eso están los trailers) pero el repertorio va desde asesinatos gratuitos, infanticidio, machismo, racismo y una secuencia que hasta se atreve a meterse en los lodos del 11-S.

(Continúa en spoiler simplemente por falta de espacio)