Memorable y vistosa película del creador de Barrio Sésamo, Jim Henson. Como no podía ser de otra forma, está repleta de monigotes peludos y graciosos, todo sazonado con unos toques de deliciosa fantasía.

Recuerda en más de un aspecto a "La historia interminable" de Petersen, donde los cuentos se hacen realidad y los jóvenes lectores de esos cuentos se hacen protagonistas de la historia. En esta ocasión, una jovencísima Jennifer Connelly invoca sin pretenderlo al rey de los Goblins (un impagable Ziggy Stardust... estooo, David Bowie), el cual se lleva a su hermano pequeño, y debe rescatarlo haciéndose camino por un tortuoso laberinto para llegar al castillo donde está secuestrado. Durante el camino, conocerá a numerosas criaturas "made in Henson" que la ayudarán o le impedirán continuar su viaje.

Como ya se vió en Cristal Oscuro, Jim Henson hace una película destinada al público infantil-juvenil pero con los necesarios toques oscuros de una aventura épica-fantástica a lo Tolkien. Aunque los títeres sean graciosos, algunos de ellos son feos y malvados, y el mundo creado por Henson no es para nada acogedor pero eso lo hace más creíble (dentro de los límites del género, por supuesto).

Como no podía ser de otra manera en una película destinada al público más pequeño (y en muchos aspectos el más crítico), la música está muy presente y David Bowie, en pleno auge creativo, interpreta algunos temas pegadizos y apropiados. Además, su aspecto ambigüo y su buena actuación le da a la película un aire "glam" muy interesante.

Para recordar los buenos tiempos.