Conocido filme de serie B basado en un relato no tan conocido de Stephen King, pero con un planteamiento interesante.

Se trata de una pequeña comunidad de la América profunda, algo muy habitual en King, en donde los niños han asesinado a todas las personas mayores y se han hecho con el pueblo. Los lidera un fanático religioso, Malachai (Courtney Gains), el cual insta a sus jóvenes seguidores a matar a todo adulto que ose pasar por allí, e incluso evita que cualquier miembro de su secta pase de los 18 años, sacrificándolos mediante la crucifixión en medio de los campos de maíz para asegurar el éxito de la cosecha. Una pareja que anda perdida, Burt y Vicky (Peter Horton y Linda Hamilton), llegarán al pueblo y descubrirán con horror lo que se cuece entre los maizales…

La adaptación de la obra de King, realizada por el guionista George Goldsmith, ha seguido los cánones estéticos y cinematográficos del cine ochentero más comercial, lo que la convierte en un producto de serie B bastante simplón y con la sana pretensión de intentar inquietar y dar miedo. Consigue medianamente lo primero, pero no llega ni siquiera a acercarse a lo segundo, lo cual ya lleva inevitablemente a resultar un fracaso en su género aunque no tanto como película comercial, pues posteriormente se han realizado seis secuelas de cuestionable calidad y un remake.

En todo momento, la sensación que se tiene es la de estar viendo una película realizada para la televisión, cual telefilme de sobremesa, con personajes totalmente planos y con actos predecibles. Además, Fritz Kiersch se ha decantado más por la acción que por el terror, y buena prueba de ello es el haber elegido a Linda- “Sarah Connor”- Hamilton para el papel de Vicky, justo el mismo año que se estrenó “Terminator” (1984).

Es inevitable acordarse de aquella película de Narciso Ibáñez Serrador, "¿Quién puede matar a un niño?" (1976), de planteamiento parecido pero mucho más inquietante que el estilismo ochentero de Malachai. Para ver y olvidar.