Secuela de la entretenidísima “Kung Fu Panda” (2008), con los mismos personajes que dieron el pelotazo en su predecesora y que esta vez se muestran algo más descafeinados.

Las aventuras de Po, un oso panda versado en artes marciales, continúan cuando el poblado al que defiende se ve amenazado por Shen, un pavo real que está obsesionado por conquistar China con un arma temible. El pavo, además, quiere eliminar el Kung Fú para que la profecía acerca de un guerrero blanco y negro que lo vencerá no se cumpla jamás, pero se encontrará de bruces con ese guerrero…

DreamWorks repite fórmula con menos convicción y maestría que en la genial primera parte, y se nota tanto en el mismo guion, muy simple y poco imaginativo, como en los personajes, en los que apenas hay novedades respecto a lo ya conocido. Po (Jack Black en la voz original) es el único personaje del que llegamos a conocer algo más, gracias al siempre socorrido recurso de la historia de sus orígenes en el que mezcla su actual padre, el ganso Sr. Ping (sin duda el mejor personaje), con una especie de abandono a lo Bambi. Con ello se añade una parte dramática a la cinta de la que carecía su predecesora.

El filme mantiene la calidad gráfica de la anterior, pero sin las mejoras notables que DreamWorks podría haber aportado en tres años que median entre la primera y la segunda película. No significa que la animación sea mala, todo lo contrario, pero se nota una cierta dejadez en cuanto a decorados que la hacen más propia de una continuación para DVD o BluRay que para un estreno cinematográfico en pantalla grande.

El hilarante tono de comedia de la primera parte casi desaparece, no sé exactamente si porque los chistes son los mismos o porque los personajes ya no hacen tanta gracia. La fórmula está, evidentemente, desgastada, por lo que no sabemos a ciencia cierta cómo se las apañará el mismo Jennifer Yuh para cerrar la trilogía, cuya tercera parte está prevista para 2015, con un mínimo de estilo.

Disfrutable sin mucho más.