Agustin Villaronga, un director, por desgracia, poco reconocido en nuestro país, nos introduce en ese mundo desgarrador, turbio y cruel de sus películas. Las imágenes acompañan en todo momento al mensaje y ponen al espectador en un insano estado de incertidumbre y malestar ante la brutalidad de lo que que ve. En su argumento va desgarrando poco a poco el alma de su protagonista y lo afronta a la terrible realidad del mundo: o te adaptas o te adaptan. A su manera, al luchar contra la inmoralidad de la mentira acaba por fundirse en aquello contra lo que lucha. El carácter de un hombre , en muchas ocasiones, no se forma por sus ideales, sino por las justificaciones que ofrece para convertirse en lo que es. Si bien nos parecen un poco fuera de lugar algunos de los comportamientos infantiles que apreciamos, que más parecen adultos enanos, la película es atrevida, original y valiente. Pan negro sigue discurriendo en tu cabeza después de finalizar, como si quisiera que entendieses todo lo que el director ha querido explicar en ese breve periodo de tiempo