Vi esta película hace menos de una semana, y lo que más me ha sorprendido no es su calidad (incuestionable), sino cómo algo tan mundano, habitual y triste puede ser escenificado de una manera tan exquisitamente cómica.
No es que pueda decir que sea una experta en Billy Wilder ni Jack Lemmon, pero estoy segurísima de que no creo que haya otro director como Wilder, tan capaz de extrapolar lo más habitual a la gran pantalla. Ni creo que alguien pudiese llegar al nivel de Lemmon, que interpreta a la perfección ese ''chico para todo'' cuya meta es más bien poco (hasta que el destino se le tuerce un poco, claro está...).
Lo que más me gusta de esta creación es ese gran giro que da el personaje interpretado por Jack. Ese vuelco que hace que pase de ser un funcionario seducido por las mieles de los ascensos, para acabar dándole al jefazo la llave que le cerraría a sí mismo todas las puertas (y le abriría la del baño a Fred Macmurray).
Shirley genial. Me ha encantado comprobar cómo, aún siendo el personaje que más las de perder tenía, no lo pareciese.
Y a Fred Macmurray decirle que efectivamente, por un momento consiguió que le odiase y todo. El muy (piiiii...) llego a convencerme de su enamoramiento.

En resumen, son de estas películas que sabes que no vas a volver a ver en tu época, ni aunque pasen 40 años (muchos más de los que necesitó El apartamento para convertirse en clásico).