Nada nuevo bajo el sol, solo que este sol calienta menos que un brasero. "Juego de patriotas" no da para calificarla ni como digno entretenimiento, ni como salvífico exponente del terrible cine de acción (aquí el ramalazo de espionaje también) USA de los 90 hasta ahora.
Estamos ante un thriller de acción/espionaje estereotipado, trillado y tópico, inefablemente inspirado en el inefable autor de best-sellers del momento -aquí, Tom Clancy-, una película de tufillo indiscutiblemente americano y americanizante, dónde la probada solvencia de Harrison Ford, aquí en el papel del plano ex-agente de la CIA Jack Ryan, no salvan del naufragio absoluto a esta mediocre película de ideas muy cercanas al más rancio conservadurismo, dónde el IRA queda hecho unos zorros de forma penosa, y dónde hay una exaltación patrioterista tan engañosa como la de enarbolar en cada momento una bandera o un brazo en alto: la patria de la familia. Ay, Dios mío, si al menos hubiera habido alguna idea o nimio brote de talento tras ello. Estos americanos...