Realmente "Il divo" no es un biopic al uso, ni de lejos. Este film basado en la controvertida, moderadamente fascinante y sospechosamente siniestra figura del peligrosamente incólume, sibilinamente religioso y maniático político italiano Giulio Andreotti, nos viene a contar la vida de éste y sus líos con el Poder y la Justicia (¿les suena el asesinable Berlusconi?, pues lo mismo, solo que tamizado por el barniz de la educación y la religiosidad), pero a través de un film que mezcla una atmósfera esteticista y agobiante con un aire de pretenciosidad que la hacen atractiva visualmente, pero fatalmente dispersa (ese reguero de nombres, de crímenes, de sucesos, me cansan y me lían una barbaridad).
"Il divo" es una reflexión sobre el Poder a partir de la figura del hombre más poderoso de Italia en las últimas cuatro décadas (pobre Berlusconi): un tipo circunspecto y mimético, una aparente marioneta que, paradojicamente, acaba marionetizándolo todo y a todos. Al final, casi todo poder (la política) es uan especie de mafia y por tanto entre ambas hay enormes y muy fluidos vasos comunicantes. Se trata, como certerísimamente dice el propio Andreotti en la película: "Perpetuar el mal para conseguir el bien". Impresionante interpretación de Toni Servillo y bellas secuencias las del noctámbulo e insomne personaje paseándose, acompañado por su séquito, por las calles de Roma.
Conclusión: una película que quiere abarcar mucho y que consigue un discreto resultado. Son mejores sus formas que lo que contiene, es más interesante la propuesta leída que vista, es más la ambición del proyecto de Sorrentino en su estilo, que el talento de éste para visualizarlo adecuadamente.