Muy considerable película que dignifica el género terrorífico basando su idea en combinar dos tipos de horror (el sobrenatural, invisible; el sugerido, invisible también) en una historia muy curiosa que al descubrir su final desmantela y abre sobre sí misma un abanico de muy interesantes reflexiones. Cuenta la historia de un psicólogo infantil (Willis) que para redimirse de un fracaso previo decide hacerse cargo de un niño (Osment) aterrorizado por visitas fantasmales y visiones espectrales. Insisto, hay que esperar al final (y ahora no es gratuito) para apreciar que "El sexto sentido" no quiere quedarse en la superficie sino profundizar en interesantes cuestiones: la necesidad de redención para lograr una paz con nosotros mismos, como símbolo de autoseguridad; la existencia de otro mundo tan perturbador como placentero, tan oscuro como luminoso, plataforma etérea y fascinante para que convivan lo más negativo con su reverso; la existencia de un sexto sentido, aquel que quizás solo poseen unos pocos privilegiados, que les permite una hipersensibilidad maravillosa y terrorífica a un tiempo; el análisis sobre la sensación de miedo dónde se mezcla lo más angustioso e insoportable con lo más poético e inigualable.
Se equivocó el debutante indio Shyamalan con la elección de Willis para semejante papel, pero de su talento (gran dominio técnico y narrativo, ritmo pausado) y de su mezcla de ideología de filosofía oriental/occidental ha nacido una historia hermosa, original y necesaria, una película que dignifica un género maltrecho, un film que aún pudiendo remitir a "La profecía", "La semilla del diablo" e incluso "Ghost" (aunque más inconscientemente que de otra forma), tiene la suficiente personalidad para haber abierto una senda y una brecha inteligente y a explotar en el cine de terror. A ver si es verdad.